miércoles, 29 de junio de 2011

"La ciudadanía quiere más" (La Jornada, 27 de junio, 2011)


"La ciudadanía quiere más" (La Jornada, 27 de junio, 2011)

Sicilia y Calderón/Foto: José Carlo González, jornada.com
No hay duda de que el encuentro entre Javier Sicilia y Felipe Calderón este jueves en el Castillo de Chapultepec fue sumamente poderoso en el plano emocional. Conmovieron las lágrimas de María Elena Herrera, emocionaron las palabras de Salvador Campanur e indignó la cerrazón del Presidente. Algunas víctimas efectivamente se visibilizaron y los funcionarios federales tuvieron que pasar un par de tragos amargos al escuchar los señalamientos provenientes del otro lado de la mesa.

Sin embargo, el trago más amargo fue para los ciudadanos, al percatarse de que tres cansados meses de movilizaciones, caravanas, reuniones y denuncias terminaron en un mero espectáculo mediático armado para que Calderón demostrara su supuesta compasión por las víctimas y exigiera a la sociedad que lo deje trabajar en paz. Tal como han señalado algunos analistas, el enorme entusiasmo y satisfacción del presidente con el encuentro no es ni gratuito ni exagerado.

Definitivamente, esta reunión en Chapultepec fue menos exitosa que el acto de firma del Acuerdo Nacional por la Seguridad, la Justicia y la Legalidad del 21 de agosto de 2008. En aquella reunión en Palacio Nacional las víctimas también hablaron con claridad y contundencia. Allí el empresario Alejandro Martí lanzó su poderosa exigencia: Si no pueden, renuncien, pero no sigan... recibiendo un sueldo por no hacer nada, que eso también es corrupción.

Al contrario de entonces, este 23 de junio las víctimas no responsabilizaron a nadie por su desgracia ni condicionaron su respaldo al gobierno en turno a la entrega de resultados concretos. En lugar de presionar a Calderón y obligarlo a cumplir, se le abrió la perfecta escotilla de salvamento para eludir su responsabilidad echando la culpa al Poder Judicial, el Congreso de la Unión, a los gobiernos de las entidades federativas y a los mismos criminales...

Sicilia-Calderón, la metáfora de Gandhi


Sicilia-Calderón, la metáfora de Gandhi
ÁLVARO DELGADO
27 DE JUNIO DE 2011 ·

Sicilia. Encuentro con Calderón en el Castillo de Chapultepec.
Foto: AP / Eduardo Verdugo
MÉXICO, D.F. (apro).- Cuando vi a Javier Sicilia regalar un escapulario a Felipe Calderón, que sonrió con malicia mientras escabullía el abrazo, interpreté de golpe que se le rendía al poder, pero esa imagen parece ser una metáfora: Es Gandhi dándole al general británico Jan Smuts las sandalias que tejió en la celda donde éste lo hizo prisionero.
Quizá son sólo ganas de creer, pero veo absolutamente genuina la convicción de Sicilia de actuar conforme a la ética y hablar con el corazón. Aun con el infinito dolor por la pérdida de su hijo, no busca la venganza, sino el perdón y cree –como Gandhi– que la verdad y el amor triunfan siempre.
Gandhi decía: “En los momentos de desesperanza, recuerdo que en el transcurso de toda la historia la vía de la verdad y del amor siempre ha ganado. Ha habido tiranos y asesinos, y durante un tiempo parecen invencibles, pero al final, siempre caen (…) ¿Qué le importa al muerto, a los huérfanos y a los sin techo si la desquiciada destrucción es producida bajo el nombre de totalitarismo o el santo nombre de libertad y democracia?”
En una nación donde han tomado residencia el odio, la impunidad, la violencia y la displicencia, hablar de paz y amor parece un contrasentido. Más aún, en medio de la simulación y el mercadeo, el diálogo de la sociedad con el poder es un equívoco.
Lo que aprecio en Sicilia y en el movimiento que encabeza –porque él no es el movimiento– es una oportunidad a la paz mediante el diálogo, así sea, como en Gandhi con el mariscal Smuts, con el responsable de “la desquiciada destrucción” de parte del Estado.
De otra forma, como lo advierte el propio Sicilia –a menudo catalogado de ingenuo y timorato–, “vamos hacia los chingadazos”.
Y otra vez Gandhi: “La humanidad no puede liberarse de la violencia más que por medio de la no violencia” y “No hay camino hacia la paz, la paz es el camino.”
A nadie escapa, sobre todo a quienes lo conocen desde hace años en el Partido Acción Nacional (PAN), el talante sórdido de Calderón, un individuo acomplejado, vengativo e inescrupuloso, pero el diálogo del jueves 23, en el alcázar del Castillo de Chapultepec, hay que verlo sobre todo desde el ángulo de un sector de la sociedad que aspira a seguirle apostando por la democracia.
Calderón ha sido hostil al Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad desde el origen mismo de éste y sobre todo cuando, a principios de abril, se organizó una caravana desde Cuernavaca al Zócalo y luego la que llegó a Ciudad Juárez. Es la misma prepotencia presidencial contra cualquiera que le hace ver la costosa “guerra” en vidas humanas en que ha metido al país.
Gandhi: “No me gusta la palabra tolerancia, pero no encuentro otra mejor. El amor empuja a tener hacia la fe de los demás el mismo respeto que se tiene por la propia”.
Por ese mismo talante, el diálogo del jueves 23 estuvo a punto de frustrarse: Primero porque, según Roberto Gil Zuarth, el secretario particular de Calderón, la sede prevista para el encuentro, el Museo Nacional de Antropología e Historia, era vulnerable a las protestas del Sindicato Mexicano de Electricistas (SME). Luego, por el empecinamiento oficial de ser los únicos capaces de transmitir la señal de televisión y después porque el formato para las intervenciones de las víctimas les era incómodo.
Con la idea de no poner en riesgo a las víctimas, los negociadores del movimiento cedieron a cambiar de sede, pero era inaceptable suprimir voces de quienes han perdido a familiares por la violencia y que fueran excluidos los medios independientes.
¿Qué se ganó con el encuentro del jueves 23? Calderón, ahí están los hechos, difundirá propaganda de su voluntad de diálogo y su valentía para enfrentar a los malos. El movimiento de las víctimas obtuvo una visibilidad extraordinaria, un fideicomiso para el memorial y las indemnizaciones, y una fuerza moral que obliga a los poderes del Estado a ceder.
¿Es poco o es mucho? Según se quiera ver y se sabrá pronto. Sigo pensando que, como lo escribí la víspera del encuentro, Calderón pudre lo que toca, y quisiera volver a estar equivocado, pero pienso que el movimiento de Sicilia ya trascendió a ese individuo que se ostenta como jefe de la nación a quien la historia –él lo sabe– le tiene reservado un lugar en un muladar.
Pienso, también, que este movimiento social, como otros muchos que hay en el país, diversos, podrían articularse para convertirse en una fuerza que interpele al poder público más allá del 2012, cualquiera que sea su signo partidario. Pero quizá son sólo ganas de creer.
Como Sicilia y como Gandhi, que decía: “El amor es la fuerza más humilde, pero la más poderosa de que dispone el ser humano”.
Y añadía: “Primero te ignoran, después se ríen de ti, luego te atacan, entonces ganas”…

Apuntes

Pero Gandhi tenía razón: “Más que los actos de los malos, me horroriza la indiferencia de los buenos”.

Fracaso educativo y precandidatos

Fracaso educativo y precandidatos
AXEL DIDRIKSSON
28 DE JUNIO DE 2011 ·
ANÁLISIS


MÉXICO, D.F., (Proceso).- El fracaso de los gobiernos que se han padecido desde hace décadas puede medirse sobre todo por lo que se ha dejado de hacer en educación. Ni las decenas de miles de muertos ni otros “efectos colaterales” nos aproximan a ver la magnitud de ese fracaso –por el que se habla de un “Estado fallido”– como la pérdida de generaciones enteras de niños y jóvenes dejados en el vacío.

Lo que ha estado ocurriendo en el sistema educativo nacional tiene graves repercusiones en el desarrollo del país y en las condiciones de vida de los ciudadanos y sus destinos. De manera que, en un balance del actual gobierno, debe decirse que su mayor error fue ahondar el desastre educativo que le heredaron sus predecesores.
Los hechos se han sumado de forma dramática e irracional. El contubernio entre la alta jerarquía de la SEP con el SNTE, las corruptelas y triquiñuelas con las que se han manejado los recursos a favor de los intereses antieducativos de esta alianza en estados y municipios, la demagogia constante de sobornos retóricos que traen consigo jugosas ganancias, el desdén hacia la opinión pública cuando se descubren transas como la venta de exámenes para los maestros, o la multiplicación de evidencias que dan cuenta de que año con año los estudiantes y sus maestros no tienen conocimientos elementales, y que la escuela no da para que salgan adelante, son hechos que deberían alarmar a cualquiera.
La más reciente demostración de que la SEP y sus aliados no tienen ni la menor idea de lo que hacen es la propuesta enviada a la Cámara de Senadores denominada “Reforma Integral de la Educación Básica”, que tiene como objetivo “articular” el conjunto de los ciclos de este nivel. Entre otras cosas, la SEP, de forma increíble, se ha dado apenas cuenta de que el denominado sistema educativo nacional no es sistema ni es nacional, porque ha estado totalmente desarticulado, y ahora la genial idea será “articularlo” de aquí al 2030.
En la propuesta se dice que esta reforma estará “orientada al desarrollo de competencias, referida a un conjunto de estándares de desempeño, comparables nacional e internacionalmente”. Además de todas las críticas que se han hecho durante el sexenio (véanse, por ejemplo, las muy destacadas del Observatorio Filosófico de México) por adoptar la “moda” de las “competencias”, uno debe preguntarse respecto del tipo de estándares que se quieren aplicar en los planes y programas de estudio que se desplegarán desde preescolar hasta secundaria: ¿los de la realidad de Chiapas, o los de la ciudad de Chihuahua, los de Inglaterra, los de Shangai (que obtuvieron los primeros lugares en desempeño de sus estudiantes en la prueba PISA de 2009) o los de Finlandia, país que ha ocupado los primeros lugares como sistema educativo integral en las pruebas internacionales? ¿Cuál es el estándar que va servir para evaluar los conocimientos que se adquirirán por la vía de un currículum de competencias genérico entre los niños indígenas de la Sierra Mixe de Oaxaca y los de Lomas de Chapultepec de la Ciudad de México?
No es posible “transformar la práctica docente para que transite (…) al énfasis en la generación y acompañamiento de los procesos de aprendizaje” cuando menos del 10% de los aspirantes a plaza de maestro en la educación básica cuentan con las “competencias” que se describen como estándares. Igualmente improbable es que la propuesta “articuladora” del nuevo sistema educativo “resignificará la educación básica, particularmente la de sostenimiento público”, cuando Felipe Calderón está propiciando el desarrollo de la educación privada por medio de estímulos a los contribuyentes, opción que ha tenido un fuerte crecimiento en los últimos años.
Sin embargo, desde la perspectiva de su visión utópica (el 2030), la SEP no se preocupó por definir un escenario de “articulación pedagógica” en este nivel educativo, ni ninguno de los organismos internacionales o nacionales consultados planteó metas por fases de realización, compromisos con los principales actores del sector, recursos que se requerirían y propuestas para modificar los esquemas de desorganización e ineficacia que saldrían a la luz. Y es que la propuesta, que perdió asidero con la realidad, no contó con el debido diagnóstico.
Así como este ejemplo, se han dado continuamente una serie de desaciertos en la materia más importante para alcanzar un nuevo desarrollo, la educación, mientras una exsecretaria del ramo busca ser candidata del PAN a la Presidencia de la República, Josefina Vázquez Mota, quien no atinó a saber lo que significaba la educación nacional ni dejo ningún programa significativo, al igual que el actual secretario, Alonso Lujambio, quien busca la misma candidatura a la silla presidencial y sólo ha utilizado a la SEP como un trampolín político y como espejo de su arrogancia.

Calderón en el ‘país de las maravillas


Calderón en el ‘país de las maravillas’
JOSÉ GIL OLMOS
29 DE JUNIO DE 2011 ·

Calderón. Un inquilino en Los Pinos.

MÉXICO, D.F., (apro).- En el mundo de Felipe Calderón hay una lógica de poder que, en la medida de los resultados y de frente ante la realidad, es todo lo contrario. Algo así como Alicia en el país de las maravillas.

A lo largo de su gobierno hay señales que marcan este estilo de pensar y de gobernar. Por ejemplo, ahora que se alza como un presidente demócrata, contrario a las viejas formas del presidencialismo priista, que es capaz de abrir las puertas del poder para que entre la sociedad civil a dialogar en la misma mesa, se olvida que su primer pacto político lo hizo con Elba Esther Gordillo, quien le alzó la mano ungiéndolo como el triunfador en el 2006, a pesar de que el Instituto Federal Electoral (IFE) aún no daba los resultados finales de los comicios.

Otro ejemplo igualmente memorable es la declaración de guerra que Calderón hizo al narcotráfico y que ahora niega rotundamente, a pesar de que en varios medios salieron a relucir sus propias palabras aludiendo a esta afirmación que hoy ha corregido, al señalar que se trata de una lucha contra la inseguridad.

Pero quizá lo más reciente sea el diálogo que tuvo en el Castillo de Chapultepec con el Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad que encabeza el poeta Javier Sicilia.

Al concluir ese encuentro, Calderón ha querido capitalizarlo a través de entrevistas y en varios eventos como el mejor momento de su gobierno, sin ver que fue lo contrario: el momento en que la sociedad civil, las víctimas de su guerra absurda, hicieron el reclamo más fuerte de seguridad y justicia, que son las principales deficiencias de su gobierno.

En su mundo, Calderón vio el encuentro de Chapultepec como una oportunidad de lucimiento y no como el diálogo al que está obligado con un sector de la sociedad lastimado por su empecinamiento.

Es decir, en su mundo, Calderón tomó el reclamo de las víctimas para que cambie su política militar y policiaca de combate al crimen organizado, como una oportunidad para ratificar su voluntad de seguir el mismo camino de la guerra con miles de muertes civiles a las que ha llamado “daños colaterales”.

Desde su lógica de poder, tomó el encuentro con el Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad como un gesto bondadoso de su parte, como una buena acción de samaritano, como una señal de buena fe ante quienes no están de acuerdo con él.

Así, de la tragedia relatada en la misma mesa que compartió con mujeres y hombres dolidos por la muerte de uno de los suyos, vio la oportunidad de salir airoso como el presidente de la democracia y que, a diferencia de los mandatarios autoritarios del Partido Revolucionario Institucional (PRI), él si es capaz de sentarse a escuchar a sus adversarios, aunque sin tomar en cuenta lo que éstos propusieron.

Desde los jardines de Los Pinos, Felipe Calderón mira al país con un talante distinto. Por ejemplo, de las historias de terror, abandono e impunidad que fueron expuestas en Chapultepec, al día siguiente dijo que se había tratado de un diálogo “franco, emotivo y muy difícil”, sin darle el sentido real al reclamo que le plantaron en la cara, entre ellos y uno de los más fuertes, el que hizo Julián Le Barón, quien pidió en vano que modificara la estrategia anticrimen para no pasar a la historia como “el presidente de los 40 mil muertos”.

Desde su burbuja, Calderón tomó con aires de héroe la tarea histórica de ser el responsable de estas miles de muertes, como lo hiciera Gustavo Díaz Ordaz en 1968, cuando, al dejar la Presidencia, asumió la responsabilidad por la matanza de Tlatelolco. Sólo la muerte lo salvó de ser llevado a juicio por tribunales internacionales.

Desde su posición, Calderón mira todo a su conveniencia y cuando explica la evolución del poder de los narcotraficantes mexicanos, cobrando impuestos, dominando territorio, imponiendo su ley frente a las autoridades, lo que describe sin darse cuenta es el fracaso del Estado ante el crimen organizado.

Pero quizá lo más grave es que, queriendo pasar como demócrata, se cierra ante la demanda ciudadana de cambiar su estrategia militar y policial de combate al crimen organizado, y sostiene que, “hasta con piedras”, enfrentaría a los malos, echando mano de la violencia en lugar de la inteligencia.