sábado, 30 de octubre de 2010

Réquiem

Réquiem
José Gil Olmos



MEXICO, DF, 28 de octubre (apro).- Nuevas matanzas en el norte del país. Nuevamente las víctimas son jóvenes. Una vez más la violencia. Otra vez la impunidad en una guerra estúpida, como son todas las guerras.
No hace mucho tiempo ocurrieron dos matanzas cuyas heridas aún no cicatrizan en la memoria social. En 1996, en el vado de Aguas Blancas, Guerrero, fueron asesinados 17 campesinos por la policía del estado. A fines de 1997, en la comunidad de Acteal, Chiapas, ocurrió la matanza de 45 indígenas a manos de paramilitares.
Al paso de los años estos dos hechos marcaron profundamente a la sociedad y pusieron en cuestionamiento a los gobiernos de los estados y presidencial del momento.
Hoy llevamos más de 30 mil muertos a la cuenta de la guerra contra el narcotráfico declarada por Felipe Calderón, muchos de ellos civiles que fueron asesinados a mansalva (en fusilamientos, ejecuciones y torturas), abriendo nuevas heridas sociales que no sabemos cuánto tiempo tardarán en sanar o si algún día cerrarán, porque esta guerra no tiene para cuándo terminar.
Todas estas muertes violentas producirán efectos psicosociales difíciles de sanar, tales como terror, inseguridad, ansiedad, miedo; amén de la desconfianza en las autoridades y en las instancias de justicia sin excepción, así como en todas las formas de gobierno que, independientemente del partido que sea, sólo han demostrado corrupción e ineficacia.
Estas matanzas marcarán al gobierno de transición en el que millones de mexicanos creyeron cuando en el 2000 el PRI fue derrotado por el PAN y otros grupos de poder que estaban hartos de la corrupción, impunidad y el robo.
Sin embargo, hoy a estas lacras se le suma el miedo y el terror de amplios sectores de la población que viven bajo la égida de los grupos del crimen organizado que actúan impunemente en las calles, en el campo y en ciudades más importantes del país.
El número de muertos producto de la guerra declarada por Calderón ha rebasado por mucho las peores expectativas de los expertos y del propio partido en el poder. Cuando hace poco más de cuatro años Calderón hizo esta declaración de guerra al narcotráfico, dijo que iba a haber muchos muertos, pero jamás presentó un plan integral de lucha, jamás pensó en la población civil, su despotismo fue tal que nunca se le cruzó por la mente que habría familias desamparadas, huérfanos, inválidos, y que todos ellos necesitarían de atención especial.
Por la forma en que se ha comportado y por sus discursos, Calderón observó las consecuencias sociales de su guerra como “bajas colaterales”, es decir, como daños necesarios que asumir pero por la propia sociedad, por las familias y sus hijos, no por su gobierno, que ha mostrado una insensibilidad sólo comparada con la de los gobernantes despóticos y autoritarios.
Las matanzas de jóvenes en Ciudad Juárez, Chihuahua, comienzan a repetirse en otras ciudades como Tijuana, en Baja California, porque la impunidad hace que los diferentes grupos del crimen organizado actúen libremente, sin que nadie les ponga un alto.
El gobierno federal ha expresado únicamente sus lamentos, mientras que los gobiernos de los estados se han limitado a perseguir presuntos culpables, emulando el juego del gato y el ratón, sin dar resultados satisfactorios y ejemplares. Las disculpas institucionales saben a ofensa si no hay justicia.
Ahora Calderón está tratando de cambiar semánticamente su guerra y dice que es una “lucha por la seguridad pública”, pero en los hechos no hay ningún cambio, y su gobierno pasará a la historia no sólo como un fracaso, sino como el réquiem de la transición a la democracia.

Los "narcos" pobres

Los "narcos" pobres
Marcela Turati



En su desesperación por allegarse cifras que demuestren que su guerra contra el narcotráfico tiene sentido, Felipe Calderón presume que su gobierno ha detenido a 82 mil presuntos narcos. Lo que no dice es que un alto número de ellos son campesinos o indígenas azotados por la miseria, semianalfabetos que fueron injustificada y arbitrariamente involucrados, por ejemplo, en el cultivo de enervantes.

CHILPANCINGO, Gro., 30 de octubre (Proceso).- Florencia Morales Dircio no se parece a La Reina del Pacífico. A ella no la detuvieron en una residencia ni le confiscaron relojes finos, aunque también se encuentra en la cárcel acusada por presuntos delitos relacionados con el narcotráfico. A esta joven indígena que mira al piso cuando habla, unos judiciales federales la sacaron del jacal de su suegro, le quitaron al hijo que llevaba en brazos, la acusaron de estar “cerca” de semillas de amapola y greñas de mariguana, y por tal delito un juez la condenó a cinco años y tres meses de cárcel.

Su caso engrosa la publicitada cifra de 82 mil detenidos en lo que va del sexenio por delitos relacionados con el narcotráfico, pero el delito de Florencia, si acaso, es ser indígena, analfabeta, mascar mal el español y carecer de dinero para contratar un abogado.

Aunque al ser encarcelada era menor de edad, tenía un hijo lactante, estaba embarazada y no hubo pruebas en su contra, le fijaron la pena máxima para los campesinos “de escasa instrucción y extrema necesidad económica” dedicados a la siembra, cultivo o cosecha de mariguana, amapola, hongos alucinógenos, peyote “o cualquier otro vegetal que produzca efectos similares”.

En el país existen 477 indígenas encerrados bajo la acusación de haber cometido uno o varios delitos contra la salud. Sólo en la cárcel de Chilpancingo hay 27, cuatro son mujeres.

La descripción del operativo de captura de Florencia, plasmada en el expediente 06/2008, ilustra su estilo de vida:

“Teniendo acceso por la puerta de madera sin pintar, se observó un altar con imágenes religiosas y, a un costado, elotes amontonados en el suelo, así como tres botes metálicos. Se encontró sobre el suelo una yerba verde y seca en greña, así como envolturas color azul con un atado con las características propias al parecer de la mariguana y un pañuelo color rosa conteniendo al parecer semillas de amapola (…) se observó una cocina donde se observan un molino, una mesa de madera, una hamaca y un comal donde no se localizó delito alguno (…) es una casa de construcción de adobe con techo de teja y lámina y mide aproximadamente 10 metros de largo y seis de ancho.”

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En su desesperación por allegarse cifras que demuestren que su guerra contra el narcotráfico tiene sentido, Felipe Calderón presume que su gobierno ha detenido a 82 mil presuntos narcos. Lo que no dice es que un alto número de ellos son campesinos o indígenas azotados por la miseria, semianalfabetos que fueron injustificada y arbitrariamente involucrados, por ejemplo, en el cultivo de enervantes.

CHILPANCINGO, Gro., 30 de octubre (Proceso).- Florencia Morales Dircio no se parece a La Reina del Pacífico. A ella no la detuvieron en una residencia ni le confiscaron relojes finos, aunque también se encuentra en la cárcel acusada por presuntos delitos relacionados con el narcotráfico. A esta joven indígena que mira al piso cuando habla, unos judiciales federales la sacaron del jacal de su suegro, le quitaron al hijo que llevaba en brazos, la acusaron de estar “cerca” de semillas de amapola y greñas de mariguana, y por tal delito un juez la condenó a cinco años y tres meses de cárcel.

Su caso engrosa la publicitada cifra de 82 mil detenidos en lo que va del sexenio por delitos relacionados con el narcotráfico, pero el delito de Florencia, si acaso, es ser indígena, analfabeta, mascar mal el español y carecer de dinero para contratar un abogado.

Aunque al ser encarcelada era menor de edad, tenía un hijo lactante, estaba embarazada y no hubo pruebas en su contra, le fijaron la pena máxima para los campesinos “de escasa instrucción y extrema necesidad económica” dedicados a la siembra, cultivo o cosecha de mariguana, amapola, hongos alucinógenos, peyote “o cualquier otro vegetal que produzca efectos similares”.

En el país existen 477 indígenas encerrados bajo la acusación de haber cometido uno o varios delitos contra la salud. Sólo en la cárcel de Chilpancingo hay 27, cuatro son mujeres.

La descripción del operativo de captura de Florencia, plasmada en el expediente 06/2008, ilustra su estilo de vida:

“Teniendo acceso por la puerta de madera sin pintar, se observó un altar con imágenes religiosas y, a un costado, elotes amontonados en el suelo, así como tres botes metálicos. Se encontró sobre el suelo una yerba verde y seca en greña, así como envolturas color azul con un atado con las características propias al parecer de la mariguana y un pañuelo color rosa conteniendo al parecer semillas de amapola (…) se observó una cocina donde se observan un molino, una mesa de madera, una hamaca y un comal donde no se localizó delito alguno (…) es una casa de construcción de adobe con techo de teja y lámina y mide aproximadamente 10 metros de largo y seis de ancho.”

Los muertos de Calderón

Los muertos de Calderón
Rodrigo Vera



La guerra calderonista contra el narcotráfico ha causado decenas de miles de muertes (el gobierno federal reconoce más de 28 mil y algunos conteos independientes sitúan la cifra en poco más de 25 mil), más que las habidas durante la Independencia o la invasión de Estados Unidos a México, afirman a Proceso especialistas en estadística criminal; aseguran que no hay números
absolutamente confiables al respecto y señalan además que lo que no se puede medir no se puede conocer ni combatir efectivamente...

MÉXICO, D.F., 30 de octubre (Proceso).- Las decenas de miles de muertos que ha dejado la guerra emprendida por Felipe Calderón contra el narcotráfico superan el número de bajas de algunos conflictos bélicos de la historia mexicana: la Independencia, con 23 mil fallecidos; la guerra contra Estados Unidos, con la misma cantidad; la de Reforma, cuyo saldo fue de 8 mil, o la guerra sucia de los setenta que dejó 436 muertos, de acuerdo con cifras generalmente aceptadas.

Lo grave, afirman los analistas, es que cada año duplica al anterior en número de muertos de la guerra contra el narcotráfico: en 2006 había dos bajas por cada 100 mil habitantes y ahora son 8.4. Agregan que de continuar la estrategia de Calderón, al término de su sexenio serán asesinadas 14 personas por cada 100 mil habitantes. Una cifra muy alta para los estándares internacionales.

El especialista en estadística criminal Arturo Arango Durán comenta a este semanario: “La actual guerra contra el narcotráfico ha resultado sumamente letal. Su costo en víctimas ya es altísimo. Pero lo peor de todo es que es una guerra perdida de antemano, pues fortalece a la delincuencia organizada mientras más la ataca. Al reducir la oferta de droga hace que los precios suban y los cárteles obtengan mayores ganancias.

“Así, queriéndolo o no, el Estado fortalece a la delincuencia organizada y se convierte en el gran regulador del mercado de la droga. Se metió en un círculo vicioso, sin salida. Además la guerra está atizando las disputas entre un cártel y otro por el control de las plazas.

“Todo esto tiene un efecto multiplicador de la violencia y, por consiguiente, de muertes. Esto es justamente lo que hace que el número de fallecidos se duplique de un año a otro. En términos absolutos, hablando estrictamente de pérdida de vidas humanas ya estamos por encima de las provocadas por casi todas las otras guerras civiles que ha padecido México desde su Independencia.”

Analista en la misma materia, Juan Pablo Arango aclara: “Debemos tomar en cuenta que nuestras guerras civiles por lo general fueron ocasionadas por disputas ideológicas entre amplios sectores de la población; en cambio la actual es, sobre todo, el resultado de una acción emprendida por el gobierno federal para combatir a los cárteles de la droga”.

A petición de Proceso ambos peritos hacen un minucioso análisis estadístico sobre el incremento de muertes que ha provocado el actual conflicto armado, así como su comparación con las guerras del pasado en México.

La guerra antinarco, inútil si no se ataca el lavado de dinero

La guerra antinarco, inútil si no se ataca el lavado de dinero
Jenaro Villamil



Hasta ahora las acciones para acabar con el narcotráfico han sido infructuosas pues no se enfrenta el problema desde su raíz y se aborda sólo la lucha armada contra los sicarios, lo que ha derivado en los 28 mil muertos por esa la guerra de este sexenio. Así lo considera el senador Santiago Creel, quien está convencido de que al crimen organizado sólo podrá derrotársele si se ataca su dinero. En entrevista con Proceso habla de su iniciativa de ley que, afirma, es “más completa y coordinada” que la presentada por Calderón en agosto…

MÉXICO, D.F., 30 de octubre (Proceso).- “Los efectos de la lucha policiaca contra el narcotráfico, cuerpo a cuerpo, son muy limitados. Por más que se aprehenda a los jefes de los cárteles la pregunta obligada es: ‘¿Y su dinero? ¿Dónde están esas ganancias?’ No tenemos un instrumento jurídico que nos permita dar esa lucha”, advierte el senador panista Santiago Creel, quien subraya que ni siquiera 1% de las ganancias anuales derivadas del crimen organizado –alrededor de 25 mil millones de dólares– ha sido confiscado por las autoridades.

En entrevista con Proceso el exsecretario de Gobernación abunda sobre los detalles de su iniciativa de Ley Federal para la Prevención de Operaciones con Recursos de Procedencia Ilícita y de Financiamiento al Terrorismo presentada el martes 26 en el Senado y que “complementa” la propuesta de Felipe Calderón, en el mismo sentido, enviada al Congreso a finales de agosto.

Creel considera que el combate actual al narcotráfico, que privilegia la acción policiaca y militar, debe continuar pero advierte que “si no se ataca el motor, el corazón del crimen organizado que son las utilidades, el dinero, la lucha tendrá irremediablemente efectos limitados”.

–La violencia en todo el país se incrementa. ¿Esta escalada se relaciona con el mayor volumen de ganancias? –se le plantea.

–La violencia es directamente proporcional a las utilidades del negocio. A mayores utilidades, mayor violencia. Entre más rentable sea el negocio, más riesgos está decidido a asumir el criminal. Eso ya lo estamos viendo en la lucha por el control de territorios que observamos en el país. Tiene que ver con el dinero. Por tanto, ¿qué estamos haciendo para disminuir las ganancias y capturar el dinero? Absolutamente nada o muy poco.

–¿Su iniciativa lleva implícito un replanteamiento de la lucha contra el narcotráfico?

–Sí porque se abre una nueva avenida que no hemos explorado. Si a un cártel se le ataca por donde más le duele y no cuenta con dinero para comprar armas y precursores químicos, ya no puede desplegar su fuerza por carecer de recursos. Se ve imposibilitado para cooptar a las autoridades, a los policías, a los partidos políticos. Con esta ley la lucha en la calle será muy distinta.

martes, 26 de octubre de 2010

Masacres juveniles, réquiem por el gobierno


Masacres juveniles, réquiem por el gobierno
Jenaro Villamil



MÉXICO, DF, 26 de octubre (apro).- Una nueva matanza de adolescentes en Ciudad Juárez, Chihuahua, cimbra a todo el mundo. Y en Tijuana, Baja California, se repite con saña la historia de una masacre de jóvenes en centros de recuperación. El miedo entre estudiantes de Monterrey, Nuevo León, recorre las principales universidades de esta capital financiera. Y nadie se atreve a salir ya a las calles de Matamoros o Nuevo Laredo, Tamaulipas.
Las organizaciones defensoras de derechos humanos hablan ya de un “genocidio de jóvenes”, especialmente en Juárez. Uno no sabe si duele más saber que la mayoría de los 14 acribillados en la urbe fronteriza son menores de 20 años, estudiantes de secundaria y preparatoria, o que sus victimarios sean también adolescentes que han perdido cualquier noción de presente y de vida.
Había una mujer embarazada entre los asesinados. Y Marta Arteaga, la anfitriona, de 30 años, fue acribillada. Dejó seis hijos huérfanos. Uno de sus vástagos era el festejado, muerto también.
Los sicarios forman parte de un comando que entró a aquella fiesta privada en la colonia Horizontes del Sur, a dos kilómetros de Salvárcar, el mismo barrio donde fueron masacrados un número similar de adolescentes, en enero de 2010.
Cuentan las crónicas que los asistentes festejaban en el patio de una casa tan humilde como millones de hogares mexicanos. Un hombre de cerca de 20 años llegó hasta el centro de la concurrencia. Gritó quién era el propietario de un automóvil estacionado en el exterior. Al no haber respuesta, sacó de sus ropas una pistola y comenzó a disparar a diestra y siniestra. “¡Acaben con ellos!”, ordenó.
Fue la señal para que los sicarios, adolescentes encapuchados, salieran de un convoy de siete camiones y rafaguearan durante cinco minutos a los presentes. Mataron a 12 e hirieron a 16. Dos murieron después.
Entre las pocas víctimas fotografiadas está un joven que intentó huir por el estacionamiento delantero de la casa. Su rostro inerte, pelado a rape, de apenas 16 años, yace en el suelo. La expresión lo dice todo. Es la síntesis del juvenicidio imparable en Ciudad Juárez. “Los mocosos muertos”, dijo alguien.
Los vecinos llamaron a las fuerzas policiacas. Tardaron más de 20 minutos en llegar, según diversos testimonios. Nadie vio, nadie escuchó. Las fuerzas del orden que mantienen sitiada Juárez ignoraron a un convoy de siete vehículos que huyó en la noche, en el desierto, en la oscuridad ominosa de la impunidad que acompaña cada una de estas masacres. Siete en menos de 20 meses. Más de cien muertos, el 80% menores de 18 años.
Una de esas masacres fue la ocurrida en marzo de 2009 en el Cereso de Juárez. Entraron al penal a matar a presuntos integrantes de las bandas de los Mexicles y Los Artistas Asesinos. Sus verdugos fueron, al parecer, Los Aztecas.
El gobierno de Felipe Calderón saturó a Juárez de elementos policiacos a partir del operativo Todos Somos Juárez, después de los sucesos en Salvárcar. Prometió que vigilarían las calles y los rincones de la ciudad. Pero nada ha cambiado. La situación es peor. En Ciudad Juárez ya hay más muertos que efectivos estadunidenses caídos en la guerra de Irak.
Los “hombres de ley” también ingresan a los domicilios, a los negocios, a las fiestas para catear, amedrentar, extorsionar o sembrar el miedo. Y son tan escasos los operativos que han resuelto algo.
Recuerdo que en Ciudad Juárez ganaron Pascual Orozco y Pancho Villa, en 1911, la batalla definitiva para darle el triunfo al movimiento maderista. Ahí murió el régimen de Porfirio Díaz. ¿Será en este mismo sitio donde esté muriendo un régimen incapaz de defender con un mínimo de eficacia a sus ciudadanos? ¿Se atreverán a volvernos a decir que se tratan de “ajustes de cuentas” entre pandilleros?
Calderón y el gobernador César Duarte pronuncian frases huecas. “Con tristeza y profunda indignación el gobierno federal manifiesta su más enérgico repudio al asesinato de varios jóvenes en Ciudad Juárez”, escribe Calderón en su cuenta de Twitter. ¿Repudio? ¿Indignación? El presidente es el titular del Ejecutivo federal, no una ONG que se pronuncia frente a un suceso. ¿A qué se compromete? ¿Qué medida va a tomar? ¿Volverá a pagar miles de millones de pesos en spots para que la pantalla comercial no mencione esta derrota de su “guerra” infame?
Comienzo a leer el libro Ciudad del crimen, de Charles Bowden, y vuelvo a estremecerme:
“El periodista puede morir por cometer un error…
“Eso es porque hay dos Méxicos.
“Uno es el que aparece en la prensa de Estados Unidos, un lugar donde el presidente está peleando una guerra valiente contra las fuerzas malignas del mundo de las drogas y utilizando, como guerrero, al incorruptible Ejército Mexicano. Este México tiene periódicos, tribunales, leyes y es considerado una república humana por el gobierno de Estados Unidos.
“Esto no existe.
“Hay un segundo México, donde la guerra es para las drogas, donde la policía y el Ejército pelean por su tajada, donde la prensa es controlada a fuerza de asesinar periodistas o con una dieta permanente de sobornos, y donde la línea entre el gobierno y el mundo de la droga nunca ha existido…
“Hay dos maneras de perder la cordura en Juárez. Una de ellas es creer que la violencia proviene de la guerra de cárteles. La otra es la pretensión de comprender qué hay detrás de cada asesinato. Lo único cierto es que diversos grupos –las pandillas, el Ejército, la policía de la ciudad, la policía estatal, la Policía Federal-- están matando a personas en Juárez como resultado de las ganancias de la droga”.
Apenas hace tres días, la Secretaría de Seguridad Pública (SSP) federal, comandada por Genaro García Luna, anunció --con todo el despliegue mediático que acostumbra-- la detención de 13 presuntos integrantes de La Línea, el brazo armado del cártel de Juárez, y se ufanó de que con ese golpe esa red de sicarios quedaba “prácticamente desmantelada”.
Y ahora todo quedó en los términos que describe Bowden.
La muerte es una industria en Ciudad Juárez. La violencia es el pase automático, la aduana para quien busque permanecer en esta ciudad, pero también en Reynosa, en Matamoros y cada vez más en Monterrey.
Si hace unos cinco años el nombre de Juárez era mundialmente conocido por los crímenes de más de 400 mujeres (de los que ni 10% se ha resuelto), ahora es el epicentro de lo que Bowden llama “un nuevo campo de exterminio de la economía global”.
Del feminicidio al juvenicidio. ¿O debemos decir el Juaricidio? ¿Quieren matar una ciudad, una civilización, un enclave fronterizo?
En Juárez se mata por una grapa, se mata por menos de mil pesos, se mata porque tener armas es lo único que unifica “el poder” de soldados, pandilleros, policías, sicarios, narcos, psicópatas, juniors con poder.
El fácil acceso a las armas que cruzan la frontera de Estados Unidos intoxica tanto o más que los picaderos que han proliferado por toda la ciudad. Juárez es el epicentro de una economía de la violencia. Y Washington sólo se indigna o cierra su consulado

lunes, 25 de octubre de 2010

de nuevo masacre en Cd. Juárez





Crece indignación por la masacre del sábado en Ciudad Juárez
Sucedió en una fiesta en una colonia de Juárez Email to a friend



Catorce muertos. Seis mujeres y ocho hombres. Entre las mujeres una embarazada, otra de 16 años y la dueña de la casa, de 30 años de edad, que dejó huérfanos a seis niños y niñas. La suma de la barbarie que sucede en Ciudad Juárez, Chihuahua, es como un torrente incontenible que suelen explicar los análisis como falta de gobernabilidad, incapacidad de Felipe Calderón y autoritarismo de Estado.



Lo cierto es que el vecino de Los Pinos no cesa de mantener una estrategia mediática que no ayuda, sino entorpece y profundiza la violencia en México.



La masacre del sábado 23 de octubre, sucedida en una fiesta en una colonia de Juárez, cuando lo que privaba era la alegría, se suma a otras seis masacres semejantes en la dolida ciudad fronteriza y parece irremediable la situación de violencia en espiral, imparable y sangrienta.



Lo supimos todas y todos. El anuncio fue a propósito de las mujeres asesinadas en Ciudad Juárez e identificadas por Esther Cano, allá por 1993. Ingobernabilidad, impunidad, incapacidad de los tres niveles de gobierno, crecimiento colateral de autoritarismo y persecución a dirigentes y a quienes defienden los derechos humanos.



El de México es un retrato que está en el escaparate mundial. Un mapa diagnosticado. Una pintura de relieve. Una película afligida y un panorama lamentable. Eso es México, desde ciudad Juárez hasta Oaxaca, donde hace unos días hubo nuevos atentados y víctimas en la región Triqui; solamente el domingo la prensa informo de 45 homicidios en ocho entidades del país ocurridos el sábado 23.



Como dicen los analistas: la estrategia desatada por Felipe Calderón no ha dejado sino un reguero de sangre y estulticia en todo el país. Este tipo de masacres, contra los jóvenes, como la del sábado 23, no respeta ya ningún espacio; fueron atacados quienes buscan reinsertarse en la sociedad, como los que perdieron la vida en la Clínica Integral de Rehabilitación el 16 de junio, o aquéllas personas que el 1 de febrero estaban en un bar en la ciudad de Torreón, Coahuila, o quienes no pueden vivir sin temor en Veracruz Puerto o Culiacán, Sinaloa.



La noche del sábado en la colonia Horizontes del Sur había fiesta de adolescentes, celebraban los 15 años del hijo mayor de la familia. Fueron interrumpidos por encapuchados, con rifles de asalto, como eso que en su nuevo libro el diputado petista, Porfirio Muñoz Ledo dice “un proceso de afganización de México, donde no hay gobierno, ni solución”. Él, por su abultada trayectoria, lo sabe y lo teme.



En medio de tal horror, muchas mujeres, 50 mil huérfanos en cuatro años, dicen las autoridades; no se sabe el número de viudas, de madres y padres desolados. Eso no importa y en cambio no cesa la propaganda mediática de Felipe Calderón, quien ya una vez, en una masacre semejante el 31 de enero de este año, ahí en Ciudad Juárez, apuró su juicio: “pleito entre pandillas”, lo que describe cabalmente su sórdida forma de pensar, su tozudez, su irresponsabilidad, su villanía. Llega hasta ahí.



La noche del sábado, Martina Arteaga, como millones de madres estaba contenta, su hijo mayor y sus amigos y amigas se divertían. La madre tenía 30 años y dejó seis hijos menores en la orfandad; otras tres mujeres fueron asesinadas: una embarazada y una joven de 16 años entre ellas, así como dos niños de siete y 11 años que resultaron heridos. Igual que otros estudiantes de secundaria y preparatoria, entre 20 lesionados.



Cuando el relato es puntual, como el del periodista Rubén Villalpando, de La Jornada, quien miró a las 9:30 de la mañana del sábado todo a su alrededor y habla de olor a muerte, miedo e impotencia, ve en las paredes a lo lejos sangre, lo que hace que no le quede a una más remedio, la indignación y preguntarse ¿qué pasa?



En el año 2005, cuando se hizo una cuenta precisa de las mujeres asesinadas en ciudad Juárez, se exploró también al país, se concluyó que una de las vertientes de la violencia contra las mujeres era el creciente campo de batalla de narcotraficantes, sicarios, policías y militares, entonces se diagnosticó que ahí, en Ciudad Juárez, se había roto el tejido social y la autoridad evadía, engañaba, mutilaba los expedientes, escondía y trataba de manipular, negando el feminicidio.



Pero nada ha detenido la espiral macabra. En esa zona fronteriza salieron los militares y el famoso programa Todos somos Juárez, no es otra cosa que simulación. Este programa, puso en operación la acción de más de tres mil policías federales, implica inversiones, mucho dinero, dicen, pero el resultado es el terror y la impunidad.



Desde 1993, nada sabemos de las investigaciones por los asesinatos de mujeres y tampoco sabemos de las masacres donde mueren jóvenes.



Para Muñoz Ledo, el problema es que se internacionalice la situación, que los Estados Unidos decidan enviar a su ejército, que el país pierda lo que le queda de soberanía. ¿Será eso lo que busca Felipe Calderón? ¿Qué hay detrás? ¿Solamente mala y corrupta policía o mucho, mucho dinero para qué? No parece haber respuestas lógicas tomando en cuenta que según datos rastreados por un periodista que no dice la fuente, en las siete masacres en Ciudad Juárez, desde 2009 a la fecha, el 80 por ciento de las víctimas asesinadas eran hombres y mujeres menores de 18 años.



Esta última cifra me hace temblar. ¿Estamos frente a una limpieza generacional? ¿Será que los expertos del CICEN y el Pentágono piensan frenar así la migración de mexicanos a Estados Unidos? ¿Será una nueva estrategia demográfica como cuando en el sexenio de José López Portillo se esterilizó a dos millones de mujeres?



Ya no podemos quedar en la parálisis, con supuestas sesudas y diatribas generalizadas, muchas voces dijeron y repitieron, la tarde y noche del sábado 23, que Felipe Calderón debe cambiar de estrategia; que es claro su fracaso. Pero Felipe Calderón no ve ni oye, es como un muñeco de ventrílocuo, no se sabe para quién trabaja, con quién acuerda ni qué acuerda y cuáles son sus compromisos. ¿Él gobierna? ¿Quién lo intenta para conseguir este miedo y este horror?



Pensando en las víctimas, las viudas, los huérfanos y huérfanas, el dolor y la indignación, dice el académico de la UNAM, René Jiménez Órnelas, que “la única alternativa ante la ineficiencia gubernamental es que la ciudadanía comience a actuar. Si no lo hace, seguiremos siendo víctimas y los partidos políticos no lo van a resolver”.



Las mujeres somos la mitad de esa ciudadanía. Debíamos actuar.





*Texto publicado en la columna Palabra de Antígona
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Comments (2 posted):
Victor Antonio Gutierrez Chavolla on 25/10/2010 18:59:04

Ciudad Juárez Chihuahua a 25 de octubre el 2010.



C. LIC. FELIPE CALDERÓN HINOJOSA

PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA.

CIUDADANOS GOBERNADORES DE TODOS Y CADA UNO DE LOS ESTADOS DE LA REPÚBLICA MEXICANA.

A LA CLASE POLITICA NACIONAL.

PROFESORES DE TODOS LOS NIVELES DE EDUCACIÓN

PADRES Y MADRES DE FAMILIA DE TODO EL PAÍS.





La comunidad cristiana de Cd Juárez Chihuahua, posterior al lamentable hecho donde un grupo “paramilitar” al servicio del narcotráfico ultimo cobardemente a 14 jóvenes y niños además de herir a otras 19 , presenta al titular del ejecutivo federal de este “Estado fallido” una propuesta para que la ciudadanía recupere las calles y que los mexicanos volvamos a vivir en paz , esta propuesta es del pueblo y para el pueblo pero expresada mediante los miembros de la santa iglesia católica y no aceptamos la intromisión de algún partido o grupo político ya que es solamente un llamado ciudadano.



PROPUESTA PARA RESCATAR A MEXICO DE MANOS DEL CRIMEN ORGANIZADO



I. Aceptar por parte de la Presidencia de la República, a toda la comunidad internacional la situación que se vive en toda la república y solicitar a la Organización de las Naciones Unidas su intervención mediante el arribo de las tropas de los cascos azules en todo el país para recuperar nuevamente la seguridad en las calles.

Estas fuerzas de seguridad internacional, asesoraran, capacitaran y participaran en la implementación de patrullajes “efectivos” y puntos de control en toda la república Mexicana.



II.- Que se decrete a nivel nacional la prohibición de la utilización de vidrios polarizados de cualquier tipo en los vehículos automotrices del país, el manejo de vehículos sin placas y en caso de vehículos extranjeros que se sujeten a dicha normatividad.

Las personas alérgicas al sol que utilicen cremas o tratamientos especiales, y que cualquier vehículo que se encuentre sin acatar dicha disposición sea detenido y sus propietarios investigados por las corporaciones policiales.



III.- La prohibición lisa y llana de difundir por cualquier medio la música, las películas y los libros que exaltan la violencia, el narcotráfico y el consumo de drogas como una manera lógica y viable e vivir.

Es imperdonable que hoy en México nuestros jóvenes escuchen e imiten esas tendencias materialistas y sin valores humanos ni cristianos que solo llevan al país a más violencia tomándolos como un modelo de vida a seguir.



IV.-Penas legales más severas a SECUESTRADORES, EXTORCIONADORES, SICARIOS, HALCONES y NARCOMENUDISTAS. En todo el país, bajo procesos legales más contundentes, transparentes y eficaces donde la justicia hacia la sociedad sea palpable ya que los delincuentes hoy tienen mas garantías que cualquier ciudadano común y corriente.

Tratándose de servidores públicos de cualquier nivel de gobierno o fuero, estas sanciones también deberán prever inhabilitaciones y incautaciones de bienes patrimoniales derivados del abuso el poder.



V.- Que todos los profesores de la república se sometan a exámenes e profesionalización y aptitud, antidoping y e valores humanos, ya que en sus manos está el cambio e cultura generacional de varios miles de mexicanos, es decir el principio y el fin de nuestro país.

Es el colmo saber que hay profesores que ejercen sin profesionalismo, con problemas de adicciones y que desconocen y no actúan bajo los valores morales, educacionales y sociales mínimos para el desarrollo e una sociedad en consecuencia de un país.



VI.-Que las instancias de salud reciban un presupuesto mayor, incluso al de seguridad pública, para implementar medidas preventivas y correctivas hacia los niños y jóvenes del país donde mediante la recreación, el deporte y otros métodos científicamente factibles se blinden a la sociedad mexicana en el consumo de cualquier tipo de drogas o estupefacientes, incluso tabaco y alcohol.

La única manera de atacar al narcomenudeo en México es cerrándoles su mercado de consumo y por otra parte acatando la disposición del punto cuarto de la presente propuesta.



VII.- Que se creen más prisiones en el país , pero con el enfoque de readaptación social, que estas cárceles se conviertan en fabricas comunitarias donde los reos mediante el trabajo apoyen a los sectores marginados de la sociedad y que conozcan la importancia de tener ingresos mediante el trabajo, sin caer en aspectos que vigilen los derechos humanos , en estas nuevas prisiones los internos deberán trabajar por lo menos diez horas diarias además de recibir terapias psicológicas y de valores para su pronta y segura reinserción social.



VIII.-Realizar una verdadera purga en las corporaciones de seguridad publica civiles y militares, donde en vez de dar de baja al personal involucrado se le sometan a juicios para recibir sanciones penales y administrativas; además de mejorar las prestaciones, los sueldos y la profesionalización de estos cuerpos haciendo de la función policial un trabajo honrado, digno, profesional y bien remunerado para que estos funcionarios públicos realmente se dediquen a servir y proteger a la ciudadanía.

México hoy necesita e una verdadera seguridad pública a su servicio y no al servicio de los enemigos del estado, incluso los incrustados en el, donde bajo al amparo de la impunidad y el poder, son las piezas claves del crimen organizado.



IX.-Que el gobierno de la república y de los estados promulguen, promuevan y produzcan las condiciones legales, administrativas y técnicas para fortalecer al campo, a las industrias y a los empresarios nacionales, para que mediante la inversión, el consumo interno y la producción viable, se combata frontalmente el desempleo, la pobreza y la desigualad, factores que explota hoy el crimen organizado para obtener clientes y empleaos y subsistir en el país.

Es ilógico que nuestro país tenga altos índices de pobreza, marginación, desempleo y delincuencia, cuando su esquema político, jurídico y social podrán ser factores para que México estuviera en los primeros lugares de calidad y nivel de vida del mundo.

X.- que los gobernantes, la clase política y los tres niveles de gobierno declaren mensualmente sobre las actividades, programas y procesos derivados de la función pública al pueblo, que nos digan que hacen como lo hacen con cuanto lo hacen y para que lo hacen a todos los mexicanos.

Resulta inaceptable que funcionarios públicos al término de sus gobiernos nunca rindan cuentas al pueblo y que dejen sus cargos sin problema alguno, incluso en algunos casos promoviéndose a niveles superiores de gobierno.





Mexicanos y Mexicanas, hoy los Juarenses dicen YA BASTA y la sociedad e iglesia juntos con otros personajes o grupos de toda la república pongamos ya en orden a nuestros jóvenes, a nuestros funcionarios públicos y a nuestros gobernantes para que se acabe esta cruel y fatídica guerra, se combatan a los grupos paramilitares que tienen en zozobra a todos los mexicanos y regularicemos a las instituciones y al país entero

¡MEXICO SUMATE AL LLAMADO!

0 Angélica on 25/10/2010 20:36:05

Bien, ojala atiendan al llamado, creo en el combate al crimen organizado de Felipe Calderón, pero también estoy de acuerdo que ya se le fue de las manos, si la solución es ayuda internacional por favor acéptela Sr Presidente. No podemos VIVIR en Chihuahua, el miedo esta en todas partes, nos vamos a convertir en "ciudad fantasma" como no hay solución mejor nos vamos, pero ya no a otro estado, mejor de México, esto considera usted que es bueno???