domingo, 4 de mayo de 2008

MUERTE EN EL DESIERTO DE CHIHUAHUA







Amelia Castilla




Vamos a hablar de un libro que pone los pelos de punta. Desde 1993 más de 500 mujeres han desaparecido en Ciudad Juárez, ubicada en la frontera entre EEUU y México. El 80% de las mujeres asesinadas eran pobres, morenas y tenían entre 7 y 24 años. ¿Quiénes son sus asesinos? De los culpables se sabe muy poco. Según los familiares de las víctimas por negligencia de las autoridades. Los expertos del FBI creen que tras estos crímenes se ocultan asesinos en serie y narcotraficantes. Los periodistas señalan a un grupo de poderosos empresarios e insisten en la participación de grupos policiales. Según el número de víctimas, todas las hipótesis son posibles.
Este libro, Cosecha de mujeres, es el resultado de 10 años de investigación sobre los crímenes de Ciudad Juárez, un relato escalofriante del que queremos saber más. Para ello, gracias a Lola López Mondéjar, anfitriona del festival La Mar de Letras dedicado al país azteca, pudimos entrevistar a esta sagaz y valiente periodista.




Diana Washington © Andrew Stawicki —EL COLOQUIO DE LOS PERROS: Cuando una termina de leer Cosecha de mujeres, parece haber terminado...

—DIANA WASHINGTON: Todo lo que se cuenta en este libro parece una película, ¿verdad? De hecho, Jennifer López protagonizó Ciudad del silencio, basada en esta realidad de Ciudad Juárez. Ojalá Cosecha de mujeres fuese un libro de ficción, pero no lo es.

—ECP: Es curioso que esta ciudad mexicana tenga casi la exclusiva del feminicidio latinoamericano.

—DW: Tuve un encuentro hace poco con profesionales de salud de Nicaragua, de Honduras y de El Salvador. Ellos acordaron que el tráfico de drogas está detrás de los asesinatos sistemáticos e impunes en algunas de esas regiones. Y el cartel de Juárez es el más activo en Centroamérica. Por mientras, parece que Juárez es, y seguirá siendo, el epicentro de este tema, siempre va a simbolizar crímenes impunes contra mujeres, sí¬mbolo merecido por la incapacidad de sus gobernantes de intervenir de manera contundente.

—ECP: Explica por encima este horror para los lectores que aún no conocen el caso.

—DW: En 1993 se empieza a documentar crímenes de mujeres, todas relativamente jóvenes, todas de familias humildes. Primero se declaran desaparecidas y luego se las encuentra arrojadas, al principio en las afueras de la ciudad, en las zonas desérticas. Lo que tienen en común estas muertes es que son muertes brutales: muchas mujeres son secuestradas, torturadas y violadas. En algunos casos han sido arrojadas intencionalmente en terrenos públicos, zonas que han sido disputadas por poderes, por diferentes intereses. En 1995 se descubrió el caso de Lote Bravo, donde aparecen nueve cadáveres de mujeres. En 1996 ocho cuerpos son descubiertos en la zona que llaman Lomas de Poleo, al norte poniente de la ciudad. En 2001 aparecen ocho cadáveres en un campo algodonero en medio de la ciudad. Entre 2003 y 2004 se descubren seis cadáveres de mujeres en un lugar llamado Cristo Negro, al norte de la ciudad, y se sospecha que hubo dos o tres más cadáveres ahí que fueron relocalizados. Estos crímenes de alto impacto siguen impunes hasta la fecha, todos. Ha habido algunos casos en los que se ha visto in presentia al asesino y se le ha podido arrestar, o a un marido que ha matado a su esposa y él mismo se ha declarado "Cosecha de mujeres" de Diana Washington culpable, o el pandillero que confiesa que acaba de matar a su novia, pero en general me he encontrado con expedientes que se pierden y su casi posterior imposibilidad de reconstruir el caso para investigarlo. Además, según la ley mexicana, los casos prescriben a los catorce años. Es algo incomprensible. ¿Cómo puede prescribir un asesinato y, más aún, un asesinato múltiple? Esta ley se puede modificar, pero no se ha hecho. Desde 1993 han sido asesinadas más de 500 niñas y mujeres de manera violenta en la ciudad. No todas caen dentro del mismo esquema.

—ECP: Pero de vez en cuando se castigará a alguien.

—DW: A través de los años, las autoridades, respondiendo a la presión de grupos como Amnistía Internacional, familias de víctimas y otros, han presentado culpables “prefabricados”. Uno de los más famosos, Abdel Latif Sharif Sharif, el egipcio, murió en la cárcel hace un año bajo circunstancias extrañas. Uno de los chóferes del caso del campo algodonero de 2001 también murió en la cárcel después de una operación menor, en circunstancias sospechosas. Su abogado fue asesinado hace un año en el centro de la ciudad a plena luz del día, justo la misma semana que un grupo español liderado por la artista Cristina del Valle, con interés por saber de los crímenes de Juárez, fuera a entrevistarlo. Es impresionante porque muchas de las víctimas desaparecidas, antes de que apareciesen sus cuerpos arrojados en algún sitio, fueron vistas por última vez con vida en el centro de Juárez.

—ECP: ¿Por qué en el centro de la ciudad?

—DW: El centro de Juárez está muy poblado, está en seguida de El Paso (Texas), hay muchos turistas ahí y hay muchos policías para vigilarlos siempre, sin embargo desaparecen víctimas a plena luz del día y nadie vio nada y nadie supo nada. Todo esto me llevó a una investigación que lleva más de siete años. Los puntos principales de la investigación ya están tratados.

—ECP: ¿Quién mató a esas mujeres y por qué?

—DW: Los asesinos son varios, no es una sola persona. Principalmente son los que te voy a decir: dos asesinos en serie que siguen sueltos, no necesitan móvil para el asesinato, estos matan por matar y nadie lo puede impedir hasta que los paren; seguidamente están los narcotraficantes, que matan a mujeres sin que nadie les haga nada (esto desde 1993, año en que el cartel de Juárez, capitaneado por Amado Carrillo Fuentes, incrementó la violencia y las muertes brutales en la ciudad); por otro lado hay dos pandillas callejeras enfrentadas que han asesinado mujeres como manera de iniciar a sus miembros, para demostrar que están dispuestos y capaces a hacer lo que una pandilla requiere.

"Ciudad del silencio" de Gregory Nava —ECP: ¿Qué pandillas son?

—DW: Sin decir que estos grupos son los culpables, porque las autoridades han documentado alrededor de 500 pandillas, los más temibles y poderosos son los Aztecas y los Mexicles. Han llevado una lucha violenta, incluso dentro de la cárcel de Ciudad Juárez, una competencia y rivalidad intensas.

—ECP: ¿Quién más?

—DW: Un grupo de hombres poderosos implicados en varias de las muertes en diferentes etapas y por diferentes razones. Estos casos también siguen impunes. Y, por último, los copycat, los imitadores, que se aprovechan de todo esto para mantener ese ambiente criminal. Un marido le puede decir a su mujer «te voy a matar» y luego confundirse con una muerte más de los crímenes propios de Juárez.

—ECP: Y ahora mismo, ¿sigue habiendo crímenes de estas características?

—DW: Ha habido algunos efectos positivos gracias a la presión constante sobre el gobierno mexicano de las familias locales y a la presión internacional. Al menos parece que ya han pasado los crímenes de mayor impacto, como los del campo algodonero, Cristo Negro, Lote Bravo y Lomas de Poleo. También han localizado a algunas mujeres con reportes de desaparecidas, y con el apoyo del equipo forense de Argentina (liderado por Mercedes Doretti) han identificado correctamente a algunos de los cadáveres que antes anunciaron que pertenecían a personas que no eran. No quiere decir que mañana no vaya a suceder algo parecido, pero...

—ECP: Los del campo algodonero han sido los que más repercusión mediática han tenido.

—DW: Fíjate. Antes de lo del campo algodonero, unos compañeros de Ciudad Juárez me comentaron, al saber que yo estaba investigando para este libro, «tienes que admitir que no ha habido más crímenes, que ya paró la cosa». Les dije «tal vez tengáis razón, hace tiempo que no hemos visto nada». Y al mes siguiente ocurrió el caso del campo algodonero. Y me dije «mi trabajo no ha terminado».

—ECP: ¿Qué se ha conseguido de positivo, Diana?

—DW: Los esfuerzos que han dado algunos logros no han sido por las autoridades. Sirve para algo el trabajo de las movilizaciones, de los activistas, de los periodistas que han ayudado a difundir la situación. Hay periodistas de todo el mundo que han llegado a Ciudad Juárez para enterarse de lo que estaba pasando. Hablando de esto, tuve una experiencia con unos periodistas ingleses que pidieron hablar "The Killing Fields" de Diana Washingtonconmigo, pero me veían con mucho escepticismo, no creían que pudiese haber tanta corrupción, pensaban que estaba exagerando. Dos semanas después de que estuvieron en Juárez y en Chihuahua haciendo sus investigaciones, sus entrevistas, me llaman por teléfono para decirme que habían estado en muchos lugares del mundo, pero el grado de corrupción que habían visto en Juárez era lo máximo.

—ECP: ¿Y el gobierno de México, qué dice, qué hace?

—DW: Este tema para mí fue sólo un síntoma de lo que ocurre en general en México y en otras partes del mundo —no sólo vamos a criticar a México—, pero ahorita hablamos de México y no podemos platicar de los asesinatos de Juárez como de una cosa aislada de lo que está sucediendo en el ámbito político, en el del crimen organizado, el policíaco... Todo eso está integrado y relacionado.
Ya no tiene sentido esperar a que México haga algo. Ya ha tenido tiempo para arreglar esto, pero no hay voluntad, y tampoco es cuestión de capacidad o falta de recursos. El único remedio que hay ya es llevar hasta un tribunal internacional a los gobernantes que han ocupado los puestos de poder. Podían haber hecho algo para prevenir los asesinatos y proteger a las mujeres, y no lo hicieron. Estamos hablando de por lo menos tres presidentes, tres o cuatro gobernadores, seis alcaldes —todos con poder directo para intervenir. Esas personas tienen que responder, si no como culpables, sí como responsables. Deberíamos incluir en ese juicio del tribunal internacional a los barones de la droga: los Carrillo Fuentes, Joaquín “Chapo” Guzmán, y otros, como los barones de la droga de Colombia, que son los que han fomentado y alimentado la corrupción que encubrió a los asesinos de esas redes del crimen organizado.

—ECP: Pero al prescribir esos delitos, llevarlos a un tribunal internacional va a ser aún más complicado, ¿no?

—DW: No, porque nadie hubiese imaginado que a Augusto Pinochet le ocurriera algo así. Tampoco se imaginó que Luis Echeverría, un ex-presidente de México, fuese detenido y acusado abiertamente y formalmente de genocidio.

—ECP: En el caso de Pinochet ayudó que hubiera entre sus atrocidades víctimas de nacionalidad española. ¿Hay algún caso de víctimas, por ejemplo, norteamericanas en Ciudad Las muertas de JuárezJuárez?

—DW: Sí, hay varios, hay como seis o siete ciudadanas norteamericanas que han sido asesinadas por diferentes causas. Y sus asesinos siguen impunes. También tenemos el caso, por ejemplo, de una ciudadana holandesa, Hester Van Nierop, fuente de controversia en el Parlamento Europeo. Fue asesinada en 1998, y su cuerpo fue hallado bajo la cama de un hotel.

—ECP: Puede suceder, Diana, que lejos de que se frenen los crímenes en Ciudad Juárez se extiendan a otras zonas o países.

—DW: Esto ya sucedió. El cartel de Juárez opera en México y Guatemala y en un total de 37 países. En Madrid detuvieron hace dos años a dos miembros de ese cartel de Juárez, y eran de Juárez y El Paso. También visitó España un grupo de poderosos implicado en los asesinatos de Juárez y aviso esto para advertir que estén atentos. En Chile, una periodista me escribió advirtiéndome de que en cierta región del país se estaban cometiendo asesinatos en serie. Le pregunté si en esa región chilena había tráfico de drogas y me respondió que sí, que estaba operando el cartel de los Carrillo Fuentes.

—ECP: ¿Es que no muere ningún hombre?

—DW: Claro que sí. Es más, mueren igual que las mujeres, torturados. Cientos y cientos de hombres han sido desaparecidos y asesinados, y diría que el 90% de los casos son impunes. Y, esto es nada más en Juárez. Son condiciones similares a los de una guerra sucia de algún estado.

—ECP: ¿Y esas mujeres son todas inocentes o están metidas en el negocio de la droga y la corrupción?

—DW: Claro, hay mujeres acompañantes de narcotraficantes e incluso mujeres narcotraficantes que llegan a ser víctimas de un ajuste de cuentas, pero es un porcentaje muy chico. La mayoría son mujeres normales, de origen humilde, sin recursos, brutalmente asesinadas por extraños, es decir, no hay relación entre la asesinada y sus asesinos.

Ni una muerte indiferente —ECP: ¿Tiene que ver el asesinato de chicas sólo de estratos sociales bajos con un machismo general de la sociedad o únicamente es porque son de clase baja y se convierten en una víctima más fácil?

—DW: Bueno, el machismo es universal. México no tiene la patente, tampoco España, pero no ha sido la causa primordial de esos asesinatos. El machismo tiene siglos y siglos y esto es una cosa que hay que cambiar. Por ejemplo, el título en inglés de mi libro lo cambiaron, porque me dijeron «Cosecha de mujeres no tiene impacto, tal vez en español sí, pero en inglés no, porque ¿quién va a leer un libro que se trata de mujeres?, hay que llamarlo Los campos sangrientos (The Killing Fields), que es más atractivo para hombres». A mí me molesta mucho que de este caso de Ciudad Juárez se diga sólo que es sobre mujeres, porque es un crimen de lesa humanidad, no sólo de mujeres.

—ECP: ¿Los políticos en sus campañas electorales no aprovechan en México este tema sólo por tratarse de mujeres?

—DW: No sé si la culpa la tenemos nosotros, por intentar difundir con la mayor contundencia este tema, o porque le entra a la gente por su propio filtro cultural. Hasta ahora los políticos mexicanos han tratado este asunto con extrema delicadeza, probablemente no se han querido meter. Tú no sabes el miedo que puede provocar una maquinaria de poder como la del cartel. A un detective de Juárez que nos ayudó fuimos a interrogarle... Cuando le criticamos o acusamos de no hacer nada nos respondió «saben dónde vive mi familia». Y yo le dije «te entiendo».

—ECP: ¿Y cómo reaccionan los habitantes inocentes de Ciudad Juárez?

—DW: Es muy complicado. Algunos de los líderes de las marchas han sido amenazados. Y no puedes tampoco movilizarte demasiado cuando las autoridades no responden, y no responden porque el grado de corrupción es tan alto que llega a esferas muy altas del gobierno y entonces es imposible destapar nada.

Femicidio —ECP: Aunque las autoridades no se vuelven en el caso Juárez, parece que este tema es centro de atención desde el punto de vista de escritores, pintores, cineastas... Desde las revueltas estudiantiles en el 68 y la revuelta independista de Chiapas, nunca otro acontecimiento en México había llamado tanto la atención de los artistas y los intelectuales.

—DW: Eso es muy importante. Poetas, novelistas, etc, han reconocido que hay ahí una impunidad y una impotencia tremenda. Este tema ha inspirado muchas obras plásticas y literarias de denuncia. Hasta Hollywood ha tenido que tratar el tema. Pero esto es algo que no ha acabado. Yo no sabía cómo me iba a sentir cuando empezase el libro. Es muy duro estar delante de una computadora e ir escribiendo datos de muertos, de gente torturada. Además, me afectó a la salud: por un tiempo empecé a beber, a fumar. ¡Yo no fumo ni bebo! Pero dejé esto porque no era bueno estar así de nerviosa, tenía que estar alerta, con los cinco sentidos bien despiertos, por las amenazas, por recopilar bien todos los datos, por grabar bien todas las entrevistas...

—ECP: ¿Con qué situaciones te has encontrado cuando iniciaste tu investigación que no te esperabas encontrar?

—DW: Con el encubrimiento de las autoridades tan poco disimulado del crimen organizado, el poder impresionante de ciertos implicados. Yo sabía o intuía que habría encubrimiento y protección, pero no hasta esos límites.

—ECP: ¿Cuándo cerrarás el libro? Porque lo vas aumentando y corrigiendo a medida que los casos de Juárez van sucediéndose.

—DW: Me dije que había que poner el punto y final cuando descubrí la capa última de protección detrás de todas las capas protectoras que había destapado. Me dije «puede que haya más asesinatos, pero ya tengo todas las piezas del rompecabezas».


Marisela Ortiz, cofundadora de "Nuestras hijas de regreso a casa" © Amnistía Internacional




(*) Ciertos intereses en México han desatado una campaña multimillonaria e internacional para limpiar la imagen de Juárez y darle carpetazo al asunto. Consultaron con una empresa de marketing de primera en España, y el plan que desarrollaron incluye desacreditar y desautorizar a los críticos principales (que ustedes se imaginan quiénes podían ser), y neutralizarlos. Un banco importante está respaldando la estrategia. En el Parlamento Europeo, se les ha ofrecido tratados de comercio a países para rechazar la propuesta de Raúl Romeva relacionada a los crímenes. Es triste que un país quisiera negociar los derechos humanos y que tratara de arreglar tanta injusticia con una campaña de marketing.