viernes, 29 de enero de 2010

nuestro futuro esta en chino

por Lydia Cacho

Camino por las calles de Tonalá, en Jalisco, uno de los centros artesanales más importantes del país y constato el paisaje desolado, la otra cara de la globalización. Cientos de tiendas cerradas y las que están abiertas tienen muy poca artesanía. Una revisión de las hermosas vajillas de Tonalá ofrece la explicación: algunas están hechas en China. Los artesanos están desapareciendo y su lugar ha sido ocupado por fábricas piratas asiáticas e intermediarios mexicanos enriquecidos. Sobreviven los talleres de hierro forjado y un par de pequeñas manufactureras de hermoso vidrio soplado que compite con el mejor del mundo.

Un mueblero mexicano que durante décadas entrenó extraordinarios ebanistas que diseñaban y tallaban muebles mexicanos de calidad mundial, explica que fue a una feria del mueble en China y descubrió todos sus diseños copiados, a precios bajísimos. Ahora importa las copias.

En 1991 China representaba el 1% del mercado global de importaciones. En enero de este año desplazó a Alemania como el primer exportador en el mundo. Fábricas legalmente constituidas copian a la perfección un Mercedes Benz, le llaman Geely, lo venden tres veces más barato. Lo mismo sucede con relojes Cartier, Rolex, Swatch, que ni siquiera se toman la molestia de rebautizar. Losetas de piso con materiales baratos, autopartes y refacciones de aviones “originales”, juguetes de marcas registradas, películas, DVD musicales, Ipods, computadoras, artesanías de barro oaxaqueño, cigarros, y seudotequila hecho de aguardiente. En 2004 incluso copiaron completamente un tren rápido diseñado por Siemens: un equipo de ingenieros chinos entró por la noche a la estación del Transrapid train of Shanghai y las cámaras de seguridad les captaron tomando medidas y copiando el diseño y la maquinaria del tren. Un año más tarde el gobierno chino anunció que estaba fabricando un tren rápido Maglev.

Dentro de China, entre 85 y 90% de productos que circulan en las calles son piratas, producto de robo intelectual total o parcial. Desde artesanías michoacanas hasta copia de arte y libros; películas como el laberinto del fauno con un doblaje que cambia totalmente el guión. El problema con mucha de la mercancía china no sólo es que se trate de artículos pirata, que emulan a los originales. Peor aún es el hecho de que entre 20 y 25% de ellos son falsos (medicamentos que pueden ser mortales, juguetes con pintura venenosa e imitación de frenos de Volkswagen que pueden causar accidentes).

Cada vez que compramos un producto pirata damos de comer a un vendedor, pero estamos destruyendo el futuro de familias honestas que trabajan en el marco de la ley. Cada vez que un artesano elige comprar copias de productos mexicanos hechas en China, asesta un golpe mortal a su propio país. No es un asunto de xenofobia, sino de la globalización del mercado ilícito. Ciertamente abrirnos al mundo es inevitable, necesario, pero debemos inventar una manera de hacerlo sin perder rasgos de la identidad y la sustentabilidad que nos convierten en lo que somos. Eso implica una responsabilidad del Estado, de la iniciativa privada y de cada persona consumidora. Si no lo hacemos, nuestro futuro “está en chino”.

miércoles, 27 de enero de 2010

Violencia y espectáculo

José Gil Olmos


MÉXICO, D.F., 27 de enero (apro).- Cuando le ocurre a alguien del mundo del espectáculo, el deporte, a familiares de empresarios o de la cúpula del poder, se convierte en noticia. Pero cuando la violencia es hacia un ciudadano de a pie o incluso como expresión de la guerra entre narcos, pasa a ser un número más, otra víctima que se pierde en la violencia cotidiana que en México es alarmante: una muerte violenta cada hora y un millón 700 mil denuncias de delitos al año.

Más allá de la justificación de que gozaba su vida privada, la agresión que sufrió el futbolista Salvador Cabañas en un bar que operaba irregularmente en la madrugada y al que asistían muchos actores, actrices, deportistas y gente ligada a Televisa es una muestra más de la ilegalidad, la impunidad y la espiral de violencia que vive el país y de la que nadie se escapa.

Tan sólo de la guerra contra el narcotráfico se ha contabilizado la ocurrencia de 24 homicidios diarios en el país, sin que la sociedad ni las autoridades puedan hacer algo para detener esta violencia que ya se toma como el pan de cada día.

A diario ocurren secuestros, asaltos, extorsiones, asesinatos, desapariciones, enfrentamientos y extorsiones en la sociedad mexicana. El paisaje de violencia se ha tomado de manera tan natural en los últimos años que sólo se rompe cuando los medios hacen de un caso un espectáculo como ha sucedido con el secuestro y posterior asesinato del joven Alejandro Martí y ahora del atentado contra el futbolista Salvador Cabañas.

Si en la calle se ve un asalto a mano armada contra un transeúnte o contra algún automovilista, se prefiere voltear la vista y alejarse de inmediato que llamar a la policía, pues se sabe que la impunidad impera en el aparato de justicia mexicana y el asaltante saldrá pronto y puede buscar la venganza.

También hay indolencia social para romper con esta violencia que ya se vive como una rutina en los transportes, oficinas, las calles y aun en muchos hogares, entre las familias.

El año pasado el Centro de Investigación para el Desarrollo (CIDAC), una organización dedicada a la investigación de políticas viables para el desarrollo de México, dio a conocer el “Índice de incidencia delictiva y violencia 2008”.

Según esta organización México se encuentra en el número 16 de 115 naciones con mayor índice de violencia y delincuencia, con un registro de 10.60 homicidios por cada 100,000 habitantes, muy cercano a países como Panamá, Nicaragua y por arriba de naciones que han experimentado conflictos armados como Palestina.

El CIDAC señala que, de acuerdo con el indicador que mide el número de homicidios, ejecuciones, robos de vehículos y otros delitos que se cometieron en México durante el 2008, el número de denuncias recibidas creció 5.7% respecto a 2007, incrementándose de un millón 622 mil denuncias a un millón 714 mil las denuncias, de las cuales solamente 21% fueron reportadas a la autoridad y 13% pasó a averiguación previa.

La violencia se ha hecho común y corriente entre los mexicanos y nos hemos acostumbrado a ello. Sólo hasta que alguien de fuera nos lo dice es que reparamos que no es normal que soldados y policías con chalecos blindados y metralletas de asalto al ristre patrullen calles, casas, negocios, bancos, tiendas, parques y estadios.

No es normal tampoco que el presidente de la República no pueda realizar actos públicos, en lugares abiertos, ni que viva con medidas estrictas de seguridad todo el tiempo, porque teme a actos de violencia del crimen organizado o de la sociedad inconforme con su gobierno.

La violencia ha entrado a las escuelas públicas, donde para muchos niños y jóvenes es un pasatiempo grabar en sus teléfonos las peleas que diariamente hay entre ellos –sin importar que sean mujeres u hombres--, para ser trasmitidas por internet.

En la prensa mexicana ya no es noticia el registro de 9 mil 600 personas asesinadas en esta administración en crímenes atribuidos a los cárteles de la droga.

Como tampoco es novedad para la sociedad mexicana que muchos niños han cambiado sus juegos inofensivos de carreras de autos por “levantones” y a ver quién dispara como sicario.

El balazo en la cabeza al futbolista paraguayo ha provocado una ola de inquietudes, criticas y hasta exigencias de renuncia en contra de las autoridades de la Ciudad de México.

Pero más allá de lo reprobable que puede ser este incidente, lo que llama la atención es que se transforme en un espectáculo mediático y no se vea como parte de un fenómeno de violencia en la sociedad mexicana que hay que detener, porque la inseguridad puede generar tensión social, como bien lo advierte el presidente de la Comisión Nacional de Derechos Humanos, Raúl Plascencia Villanueva.

Cuando nos hacemos viejos.....




Con todo el respeto que se merecen las personas mayores, me refiero a las personas que ya rebasan la tercera edad.
Si bien nosotros como padres hacemos la mejor tarea que es preparar a nuestros hijos para su futuro ,una vez que lo consiguen ,y tienen sus propias alas para volar y construir su propio hogar ,no deberíamos dejar la responsabilidad a nuestros hijos a que estén pendientes siempre de nosotros, seria como cobrarles lo que hicimos por ellos y no es así, los animales nos los enseñan ,ellos dejan libres a sus retoños cuando ya se vuelven autosuficientes y mueren solos.
Si ya vamos de salida, ya cumplimos dejemos que ese ciclo se cierre y respetemos el que inicia, que es el de nuestros hijos, si bien podrán estar al pendiente , no siempre será asi,pues su nueva vida les exige demasiado tiempo y todavía cuidar al par de viejos no se me hace justo.
Lo he vivido ,mi esposo se hace garras para atendernos a nosotros como familia ,somos 4 ,su trabajo,aparte durante muchos años lidió personalmente a mi suegro con múltiples achaques entre ellos la mortal diabetes,atenderlo de todo a todo ,día y noche a la hora que fuera ,el ya murió pero ahora es mi suegra la que requiere atención pues también tiene diabetes .y otros malestares.La naturaleza es muy sabia, en los animales y las plantas, viven su ciclo sin que nadie la altere,nada mas los humanos tratamos de modificarla ,para que? para hacer ricos a los médicos? y a los laboratorios farmacéuticos?, prolongar la vida de un anciano es eso precisamente así lo veo yo.
El ciclo de vida es muy claro, nacer ,crecer ,reproducir y morir, sin prolongar una vida que ya va en declive ,se me hace muy triste que prolongues la vida de un anciano cuando ya a nadie le importa tanto ,eso es una realidad los viejos nos volvemos frágiles ,acabamos siendo una farmacia ambulante, llenos de achaques, aparte que nuestro carácter se vuelve difícil,nos volvemos intolerantes , mandones ,chantajistas por citar algunos ejemplos,yo he vivido situaciones tristes con las personas de mi familia y créanmelo yo no quisiera llegar a viejo porque todos se avientan la responsabilidad de un anciano y en los casos de familias adineradas los van y los refunden a un asilo o le pagan a personas extrañas que los atiendan y que muchas veces son maltratados.
En fin es una situación triste ,dejemos que la naturaleza haga lo propio con dignidad ,creo que irnos de este mundo aún valiendonos por si mismos, es lo mas viable,mi madre siempre lo deseo así , afortunadamente se fué con un cáncer fulminante que nunca manifestó síntomas hasta que ya no tenía remedio sin llegar a la ancianidad,tenia 58 años siempre fué muy activa y sana.
Mi padre no corrió con la misma suerte , murió a los 90 muy limitado de sus facultades,de enfermedad no murió, el quiso morirse poco a poco, dejo de comer no quería que le prolongáramos su vida tan solitaria y tan limitada, ya no podía caminar mucho y el era un hombre que siempre hizo grandes caminatas, se conservaba muy bien, guapo, carismático,ya no podía leer ni escribir por su vista limitada y era su pasión ,fue periodista toda su vida, muy culto,no podía escuchar su música que era uno de sus grandes placeres,era una gran conversador conocía muchos temas, muy lúcido,pero sin oído era como estar alejado del mundo, fue muy triste su partida.
Una vez dijo el ex-presidente Clinton que los viejos son una generación que ya no produce ,que ocupa espacio, servicios médicos y consumen el pan que otros en edad productiva podrían aprovechar mejor,esta afirmación quizá textualmente no lo haya dicho así ,pero eso quiso decir y es la verdad desafortunadamente..

Calderón, "espurio por los siglos de los siglos"

Calderón, "espurio por los siglos de los siglos"
Álvaro Delgado


MÉXICO, DF, 25 de enero (apro).- Más allá de la maliciosa censura de Fernando Gómez Mont a las alianzas electorales, forzado enseguida a desdecirse, el presidente del Partido Acción Nacional (PAN), César Nava, ha puesto precio a las que pretende pactar con la izquierda para tratar de ganarle al priismo: Olvidar la condición espuria de Felipe Calderón.

Tal restricción ha encontrado simpatía en segmentos de la izquierda partidaria, en especial en la facción que domina el cascarón en que se ha convertido el Partido de la Revolución Democrática (PRD), Nueva Izquierda (NI), uno de cuyos prominentes miembros, el senador Silvano Aureoles, le ha entrado al mercadeo.

“Vamos a revisarlo en el camino, primero que se concreten las alianzas, que es una decisión local, y luego vemos lo que sigue”, enfatizó, con franca voluntad mercantilista, el vicecoordinador perredista en el Senado, quien --como Gómez Mont-- tuvo que desdecirse luego porque, según él, se tergiversaron sus declaraciones.

Aureoles tiene como jefe en el Senado a Carlos Navarrete, quien pasó de entrevistarse en secreto con testaferros del gobierno como Francisco Ramírez Acuña --justamente quien lo delató-- a solazarse públicamente con ellos, incluido el propio Calderón, al que ha tratado de dotar de una legitimidad imposible.

Justamente por tales encerronas secretas, como parte del plan de Nueva Izquierda de aislar a Andrés Manuel López Obrador, es que Jesús Ortega me escribió, en 2007, una encendida “carta personal” para hacer una afirmación que considero de interés público --y por tanto la difundo--, ahora que el PRD busca aliarse con el PAN en al menos cuatro de los doce estados donde habrá elecciones este año.

“Yo soy una persona que trata de ser congruente con lo que piensa. He dicho, y lo sostengo, que Calderón es y será ilegítimo, y que esa ilegitimidad no se quita como si se quitara una mancha en la camisa. Calderón es y será ilegítimo por los siglos de los siglos.”

Si Ortega es congruente, como alegó en esa carta, y es auténtica esa contundente definición, esto implicaría entonces cancelar cualquier negociación con Nava y el PAN, siendo éstos dos apéndices de Calderón, espurio de origen.

En realidad, y esto subyace en el comportamiento público de Ortega, ya hay un arreglijo, al menos tácito, en este sentido, y prueba de ello es que ese político perredista jamás ha declarado públicamente que Calderón es espurio “por los siglos de los siglos”.

Y como si Nava no hubiera dicho, una y otra vez, que no habrá alianzas con nadie que considere espurio a Calderón, Ortega afirmó apenas hoy lunes que no es así: “Es absolutamente falso, cuando menos nosotros no aceptamos en esas coaliciones ningún condicionamiento”.

Se entiende que esta facción del PRD, de clara vocación mercantilista, no tenga remilgos para aliarse con el PAN del que Calderón es cacique, y aun que Convergencia proceda de manera análoga: el senador Gabino Cué ya anticipó que, de ganar el gobierno de Oaxaca, tendrá una relación institucional con Calderón, con lo que éste y Nava creen proscrita la condición espuria del primero.

Pero es el Partido del Trabajo (PT), el principal sostén político y financiero de López Obrador, a quien definen desde ahora como su candidato presidencial, el que ha atendido, también, la condición de Nava, con un agravante: La alianza --lo saben-- es también con El Yunque, la organización ultraderechista que controla el PAN.

Apenas la semana pasada, el martes 19 de enero, poco antes de las 15 horas, un grupo de petistas, encabezados por el senador Alejandro González Yáñez, se introdujo en la sede nacional del PAN para entrevistarse con varios jerarcas panistas para pactar alianzas electorales.

“¡Venimos a ver cómo está El Yunque!”, dijo entre broma y en serio el senador petista conocido como Gonzalo, quien aspira a ser nuevamente alcalde de Durango capital, que gobernó entre 1991 y 1994, cuyo candidato a la gubernatura es el expriista José Gómez Aispuru.

El y el resto de los petistas que a nivel nacional encabeza Alberto Anaya --igual que los perredistas y de Convergencia-- han antepuesto la posibilidad de ganar posiciones políticas al reconocimiento, así sea tácitamente, de quien han considerado ilegítimo.

Pero, además, la alianza de la izquierda partidista es con El Yunque, cuyos cachorros están posesionados de la dirigencia y la estructura del PAN, como se documentó en un reportaje publicado en el semanario Proceso en la edición que está en circulación.
Más aún: La alianza suprema, la que ha auspiciado que en los estados de la República se consoliden los cacicazgos que la izquierda y la ultraderecha panista quieren vencer, es la que conforman PRI y PAN, como se ha demostrado una y otra vez desde al menos 1988.

En el fondo de esta coalición, que es la de los grandes intereses, está la ilegitimidad que le dio origen: Primero el fraude de Carlos Salinas, que convalidó el PAN, y luego el fraude de Calderón, que convalidó el PRI, ambos espurios, como dice Ortega, “por los siglos de los siglos”…

Apuntes

A la manera de López Obrador, que pidió se le diera “por muerto” para la contienda presidencial cuando era elocuente su propósito, Fernando Gómez Mont afirmó que no le interesa ser candidato del PAN y hasta se sometió a un embellecimiento personal, en principio un tratamiento contra la obesidad, y ahora Alonso Lujambio dice lo mismo: “No busco ninguna candidatura presidencial hacia el 2012. Estoy totalmente concentrado en mis labores de ser secretario de Educación. Eso es lo que exige el momento político del país, eso es lo que exige la buena marcha de la administración pública federal.” ¡Cómo no! El comunicado que mandó emitir Calderón para expresar su “más enérgica condena a la agresión de que fue objeto hoy el futbolista paraguayo Salvador Cabañas” es de un oportunismo deleznable, pero el llamar al procurador general de Justicia del Distrito Federal, Miguel Angel Mancera, “con el fin de manifestar la disposición del gobierno federal para contribuir con las investigaciones del caso”, es sencillamente ridículo.

FRONTERAS ABIERTAS PARA LOS HAITIANOS

Fronteras abiertas para los haitianos
John M. Ackerman
Los muros” del “nuevo orden mundial” son igual de ominosos que los muros del extinto socialismo real. Antes se criticaba ferozmente a los países que no dejaban a sus ciudadanos salir de sus fronteras para conocer “el mundo de la libertad” (the free world). En contraste, hoy nadie se atreve a poner en cuestión que los haitianos estén enjaulados en su isla destruida y se vean forzados a pelearse entre sí por las migajas de comida que caen del cielo.

Los numerosos “puentes aéreos” que se han establecido para enviar la ayuda a Haití tienen un solo sentido. El apoyo fluye hacia a Haití, pero a los haitianos no se les permite viajar en sentido contrario.

No hay duda de que la estrategia más efectiva para resolver a corto plazo las necesidades básicas de los damnificados de Puerto Príncipe sería que los países “amigos de Haiti” (hoy reunidos, tanto en Montreal como en Caracas) recibieran cada uno una cantidad específica de haitianos en calidad de huéspedes distinguidos. Sería mucho más económico y efectivo llevar los enfermos a los hospitales, los niños a las escuelas y los hambrientos a los comedores ya existentes, que gastar exorbitantes cantidades de dinero en el establecimiento de rudimentarios e improvisados servicios que no alcanzan a funcionar en las ruinas que dejó el terremoto.

No se trataría de vaciar Haití de su población, sino de resolver sus urgentes necesidades de la manera más efectiva y eficiente posible, mientras se inicia la impostergable tarea de reconstrucción de esta noble nación. Así, en lugar de enfocar sus esfuerzos en la administración de enormes campamentos de refugiados y el envío de pesadas botellas de agua, la comunidad internacional podría canalizar todos sus recursos para la urgente conversión de Haití en una nación moderna y desarrollada con gran potencial en el futuro.

México se encuentra particularmente bien posicionado para encabezar un esfuerzo internacional de esta naturaleza. Históricamente nuestro país siempre ha destacado por ser particularmente generoso con los refugiados de otras naciones. En los años 30 México dio asilo a una vasta población de europeos, especialmente a los españoles durante la Guerra Civil. También se les abrieron las fronteras a los refugiados de las dictaduras del cono sur durante los años 70 y a las víctimas de las guerras de Centroamérica en la década de los 80.

En los años recientes, México no ha tenido la oportunidad de refrendar este compromiso histórico. Cada año apenas unas 500 personas solicitan asilo en el territorio nacional. Pero hoy, ante la gravedad de la crisis humanitaria en Haití, México podría revertir esta tendencia y recuperar su liderazgo internacional en la materia.
Desde luego que no sería factible que México actuara solo y recibiera de la noche a la mañana a todos los más de un millón de damnificados. Al contrario, habría que aprovechar nuestra presencia en la cumbre de Montreal para hablar claro sobre la responsabilidad de la comunidad internacional de apoyar con todos los recursos posibles a los haitianos. No es suficiente enviar dinero, militares y alimento a la isla. También habría que recibir directamente en casa a los más necesitados.

Típicamente sólo se extiende el asilo a refugiados que puedan demostrar que están en peligro de ser víctimas de alguna agresión política en su país de origen. La Convención de Naciones Unidas sobre el Estatus de los Refugiados en su artículo primero define a un “refugiado” como: “Una persona que, debido a un miedo fundado de ser perseguido por razones de raza, religión, nacionalidad, membresía de un grupo social o de opinión política en particular, se encuentra fuera de su país de nacimiento y es incapaz, o, debido a tal miedo, no está dispuesto a servirse de la protección de aquel país”.

Sin embargo, en los años recientes la misma ONU ha empezado a flexibilizar sus criterios para incluir como refugiados a las víctimas de desastres naturales y de degradación ecológica. La organización internacional estima que pronto casi 50 millones de personas podrían encontrarse en esta situación. Por lo tanto, urge ampliar el tratado mencionado para incluir este otro tipo de situaciones. Con su respuesta a la crisis de Haití, México podría colocarse a la vanguardia de la urgente transformación mundial en la forma de conceptualizar el asilo en el mundo.

Si en lugar de Puerto Príncipe hubiera sido la ciudad de Estocolmo la que hubiera caído en esta desgracia, evidentemente los damnificados no tendrían los mismos problemas para salir de su país y no circularían los mismos comentarios racistas sobre la naturaleza violenta y poco civilizada de los suecos. Es hora de deshacernos de una vez por todas del racismo que todavía está presente en el mundo global, para abrir nuestros brazos sin regateos a los hermanos haitianos.

http://www.johnackerman.blogspot.com

miércoles, 13 de enero de 2010

¿Y EL CHAPO ES INSTITUCIONAL?

¿Y El Chapo?
José Gil Olmos


MEXICO, D.F., 13 de enero (apro).- En un reciente artículo el diario inglés The Economist hace un análisis del combate al narcotráfico en México por parte del gobierno de Felipe Calderón, y al revisar los operativos y detenciones que han realizado, da cuenta que al grupo de El Chapo Guzmán poco se le ha tocado, dando lugar a las sospechas de que es favorecido por el gobierno del PAN.

La versión de la protección gubernamental hacia el grupo de narcotraficantes de Sinaloa comandado por El Chapo no es nueva.

Desde que Joaquín Guzmán Loera, El Chapo, se escapó de la cárcel de alta seguridad de Puente Grande Jalisco, el 21 de enero de 2001, en pleno gobierno de Fox y a los pocos días de la inspección al penal que hiciera Jorge Tello Peón, entonces subsecretario de Seguridad Pública y actual secretario ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, esta sospecha de protección oficial ha ido creciendo.

Y es que, según reportes federales, al momento de su escape se dijo que El Chapo salió de su dormitorio, cruzó la terraza, el área de gobierno, la aduana y la zona restringida hasta la zona de ingreso al penal, sin que nadie lo viera. Supuestamente salió en un vehículo que nadie revisó.

Fue tan increíble el escape que hasta un corrido le hizo Valentín Elizalde – muerto por una ejecución del narco--, en el que cuenta que hasta un avión tenía preparado para llevarlo a Sinaloa.

La buena suerte ha estado desde entonces con la familia Guzmán. En junio de 2005, el magistrado Jesús Guadalupe Luna Altamirano, titular del Tercer Tribunal Unitario del Distrito Federal, negó a la PGR al menos 12 órdenes de aprehensión contra igual número de familiares y amigos de Joaquín El Chapo Guzmán.

Ese mismo juez ordenó la liberación de Iván Archivaldo Guzmán en abril de 2008, luego de que detenido el 14 de febrero del 2005 acusado de lavado de dinero. También liberó a su prima Claudia Adriana Elenes Salazar, a quien se le imputaron diversos delitos, entre ellos narcotráfico.

A pesar de la recompensa de cinco millones de dólares que el gobierno de Estados Unidos puso a la cabeza de El Chapo, el jefe del cartel de Sinaloa ha vivido relativamente en calma en estos años. Tanto que el 2 de julio de 2007 se casó en el municipio de Canelas, Durango, con una joven de 18 años, Emma Coronel Aizpuru, reina de la belleza de la región.

La boda fue todo un acontecimiento. Mucha gente lo supo, y difícilmente las autoridades hicieron algo para detenerlo. Feliz, El Chapo se casó y ha estado deambulando por diversas regiones de ese estado y en otras partes del país.

El 17de abril de 2009, el arzobispo de la arquidiócesis de Durango, Héctor González Martinez, declaró a diversos medios de esa entidad, entre ellos al diario Análisis Político, que el jefe del narco sinaloense estaba en el municipio de Guanaceví. "El Chapo vive más adelante de Guanaceví, por ahí vive, todos lo sabemos menos la autoridad", dijo.

Ha sido tan evidente el halo protector del gobierno hacia Joaquín Guzmán que, a fines del año pasado, el presidente del Consejo Ciudadano para la Seguridad Pública y Justicia Penal, José Antonio Ortega Sánchez, denunció públicamente que el cártel de Sinaloa, que encabeza El Chapo, recibe protección del secretario de Seguridad Pública federal, Genaro García Luna.

El periódico británico hace alusión a la sospecha que circula, de que el gobierno de Felipe Calderón no jala parejo en su guerra contra los grupos del narcotráfico y que algunos de ellos, incluso, estarían siendo beneficiados, el de El Chapo, principalmente.

En su artículo cita un dato revelador proporcionado por el especialista Edgardo Buscaglia, quien ha sido asesor en la ONU. Según el profesor del ITAM, el cartel encabezado por El Chapo maneja el 45 por ciento del comercio de la droga en México y sólo 941 personas detenidas de las 53 mil 174 vinculadas con el narcotráfico es gente de El Chapo.

Aún más, los golpes más fuertes al narcotráfico mexicano han sido a las organizaciones adversas al cartel de Sinaloa. Esto es, a La Familia de Michoacán, los Arellano de Baja California, los Beltrán Leya del cartel de Juárez y Los Zetas.

“En el juego de la suma de cero del comercio de la droga, una pérdida representa una ganancia para el otro”, concluye el diario inglés, al hacer una observación nítida de la idea popular mexicana de que cada gobierno tiene a su cartel favorito y que en el caso de los gobiernos panistas de Vicente Fox y Felipe Calderón, El Chapo es el beneficiado.

martes, 12 de enero de 2010

Ciudad Juárez "El poder del perro"

Ciudad Juárez, "El poder del perro"
Jenaro Villamil


A la memoria de Esther Chávez Cano

MEXICO, DF, 12 de enero (apro).- Con el título de “El poder del perro”, el guionista estadunidense Don Winslow noveló, con datos reales en algunos casos, la penetración del narcotráfico en la vida mexicana.

Winslow describe claramente que el “poder del perro” no sería posible sin la complicidad de los cuerpos de inteligencia estadunidenses y mexicanos, de las autoridades policiacas, militares, políticas y hasta eclesiásticas. Las redes alcanzan los niveles más insospechados.

Lo que en la obra de Winslow es una especie de ‘docudrama’ de la situación mexicana –teniendo como epicentro a la Tijuana de los Arellano Félix y el poder de Miguel Ángel Félix Gallardo, el otrora “jefe de jefes”-- en Ciudad Juárez, Chihuahua, el otro polo fronterizo del trasiego de drogas, armas y migrantes a Estados Unidos, se ha convertido en una auténtica tragedia.

En esta ciudad no hay lugar para los débiles ni para la justicia. La urbe de un millón 400 mil habitantes está clasificada en 2010 como la más violenta del mundo, según los datos de la organización Movimiento Blanco.

En los últimos tres años (2007 a 2009), las muertes violentas relacionadas con el crimen organizado se incrementaron en 800% en esta frontera.

Tan sólo en 2009, los homicidios dolosos sumaron 2 mil 658 personas. Y en los primeros once días de este 2010, la cifra ha alcanzado cien asesinatos en menos de una quincena.

Lo peor es que estos datos no se corresponden con expedientes y seguimientos judiciales precisos de cada uno de los casos. La “segunda muerte” en Juárez es el anonimato de las propias víctimas de la ola de violencia.

El castigo brutal, inmerecido y dantesco que viven los habitantes de Juárez no tiene paralelo con ninguna otra ciudad mexicana.

Los juarenses saben bien que se trata de “el poder de la línea” lo que ha generado la espiral reciente de inseguridad, violencia y miedo.

Algunos de los más informados se atreven a aventurar que se trata de un reacomodo tremendo para entregarle esta plaza al cártel de Joaquín “El Chapo” Guzmán, el capo más poderoso de los sexenios panistas, enfrentado a sus adversarios del propio cártel de Juárez, del Golfo y Los Zetas, aliados, al parecer, a las redes de los Beltrán Leyva. El imperio de Amado Carrillo Fuentes, “El señor de los cielos”, se ha convertido en el botín más preciado.

El castigo es tremendo porque desde 1992 y 1993 la negligencia de las autoridades municipales, estatales, federales y binacionales sólo ha agravado la situación.

Primero Ciudad Juárez alcanzó notoriedad mundial por la barbarie cometida contra más de 400 mujeres asesinadas. La orgía de odio, impunidad y complacencia frente a los crímenes seriales y a la violencia de género nunca ha sido aplacada por las protestas y denuncias de decenas de organizaciones locales e internacionales. Al contrario, a mayor protesta, mayor impunidad.

El expediente relacionado con los ocho cuerpos de mujeres jóvenes encontradas hace casi diez años en el lote algodonero –un sitio ubicado en el corazón de la zona maquiladora de Juárez-- llegó hasta la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH).

La sentencia no tiene medias tintas: es el Estado mexicano el responsable de 17 años de feminicidio continuado. Ni los exgobiernos del PAN y del PRI en Chihuahua, ni el del presidente Felipe Calderón, se han inmutado ante el vergonzoso veredicto.

Al expediente de los crímenes de odio contra las mujeres se ha sumado el de cientos de desaparecidos. Algunos cuerpos han sido encontrados en ‘narcofosas’. Se calcula que existen más de 20 casas de seguridad donde aún están cadáveres no encontrados.

En 2003-2004, el gobierno panista de Vicente Fox quiso aminorar la presión de la opinión pública nacional e internacional con un operativo policiaco que no frenó la espiral de violencia en Ciudad Juárez.

Sólo por dar un ejemplo de la simulación que se vivió en esos meses: mientras los “muchachos” de la Policía Federal Preventiva perseguían a los delincuentes en los barrios pobres, al lado de la delegación de la Procuraduría General de la República en Ciudad Juárez operaba una discoteca que todo mundo sabía que pertenecía al “cártel”. Era una pirámide ostentosa que imitaba a las egipcias.

La situación se agravó en este sexenio. Desde 2007 a la fecha, el Operativo Conjunto Chihuahua abrió las compuertas del infierno. Al feminicidio, los desaparecidos y los crímenes entre sicarios y contra autoridades ministeriales, se han agregado la industria del secuestro –los capos en pugna requieren dinero en efectivo, rápido y en grandes cantidades--, así como la persecución y el asesinato de periodistas y activistas de organizaciones de derechos humanos.

Las ejecuciones recientes de Josefina Reyes, de Jesús Alfredo Portillo Santos y de Flor Alicia Gómez López sólo han incrementado una sospecha en Juárez: a la guerra entre bandas del crimen organizado se ha sumado la guerra de efectivos militares en contra de los activistas (ver reportaje de Gloria Leticia Díaz, Proceso 1732).

El gobernador saliente Jesús Reyes Baeza y el alcalde juarense José Reyes Ferriz anunciaron hace dos días que se pondrá en marcha un Plan de Intervención Juárez, con la participación de “asesores” colombianos y estadunidenses para este año.

En otras palabras, Juárez vivirá “el poder del perro” en su máxima expresión: una cabeza de playa del intervencionismo sin que existan garantías básicas para los habitantes de esta ciudad.

Ciudad Juárez seguirá siendo el termómetro de nuestro fracaso como nación, que soñó con la transición democrática y amaneció con “el poder del perro” en las entrañas.

lunes, 11 de enero de 2010

CIUDAD JUÁREZ VOLVIÓ A SER EL LUGAR MÁS VIOLENTO DURANTE 2009

CIUDAD JUÁREZ VOLVIÓ A SER EL LUGAR MÁS VIOLENTO DURANTE 2009
11/01/2010 a las 5:05 pm

EL UNIVERSAL informa que Ciudad Juárez es la población más violenta del mundo por segundo año consecutivo, de acuerdo con datos ofrecidos por el Consejo Ciudadano para la Seguridad Pública y la Justicia Penal. Según el organismo, en esa ciudad fronteriza se reportaron 191 homicidios dolosos por cada 100 mil habitantes, durante 2009. Juárez se posicionó por encima de San Pedro Tula, Honduras; San Salvador, El Salvador; Caracas, Venezuela; Guatemala, Guatemala; Nueva Orleáns, Estados Unidos; Medellín, Colombia y Cape Town, Sudáfrica. El presidente del Consejo Ciudadano para la Seguridad Pública y la Justicia Penal, José Antonio Ortega, señaló que la estrategia del gobierno federal y el Ejército en la lucha contra el narcotráfico fracasó, apunta EL UNIVERSAL.

En Facebook, 100 mil usuarios exigen renuncia de Calderón

En Facebook, 100 mil usuarios exigen renuncia de Calderón
Alejandro Saldívar


MÉXICO, D.F., 8 de enero.- El contador crece cada minuto. Bajo el lema virtual de “¡Yo soy parte del millón, que renuncie Calderón!”, cerca de cien mil usuarios en Facebook, critican el alza a los impuestos y las políticas públicas del gobierno calderonista.

La página, creada el 22 de diciembre de 2009, es un receptáculo de mensajes que van de lo iracundo a lo humorístico y de lo colérico a lo elocuente. Entre los mensajes que atiborran la página principal cada cuatro minutos se lee lo siguiente:

“Es casi imposible que haya un político honesto, pero al menos que no sean tan cínicos ni rateros” (Victor Pérez).

“Nadie quiere al pelele impuesto por los grandes corporativos” (Diente Zambrano).

“Que renunsie el y todos esos hijos de puta que estan en el poder, no solo eso, que los fusilen y luego los quemen por traidores, gente así no son culeros, son culerazazazasos” (sic) (Victor Ja ja ja).

“Te odio Calderón, quitaron mi novela por tu estupido mensaje!!” (sic) (Griselda Limones).

“Que se vaya mucho a la chingada… el y todos los panistas. Bola de pendejos mochilones (sic) (Juan Manuel Cervantes).”

“Añadan mi firma para que el fecal sea sacado del país a huevasos y a su familia le demos sape por sape y patada por patada” y en otro mensaje “Yo también quiero a Calderón muerto” (Oswaldo Sánchez).

“(Calderón) hazte a un lado que estorbas… deja que progrese México y no lo inundas más.”

En la galería de imágenes se puede ver a Calderón con uniforme de policía, de payaso, dentro de un bote de basura, parodiando a los Simpson, disfrazado de desempleado, de Guasón. Las fotos son aderezadas por decenas de caricaturas que parodian distintos momentos de su gestión. Otras hacen apologías de Calderón con el nazismo y el franquismo.

Tan sólo en 16 días y hasta la medianoche del jueves 7 de enero el contador del grupo marca 100, 464 miembros. Entre las propuestas de los usuarios se encuentra colgar mantas en las principales avenidas del país con la frase: “Un millón por la renuncia de Calderón”.

“Calderón con minúsculas”

−Pero pon calderón con minúsculas así como debe ser− dice Carlos Castro, uno de los administradores del grupo en Facebook llamado “A que en 30 días juntamos 1,000,000 que quiere que renuncie Calderón”.

Según Carlos Castro, la página es parte de un movimiento ciudadano deslindado de cualquier grupo político.

Sin embargo, Facebook se ha encargado de minar el descontento de Castro. Desde el sábado dos de enero, Facebook bloqueó a uno de los administradores, en su pantalla se leía:

“Se te ha bloqueado por comportarte de modo que otros usuarios pueden considerar molesto u ofensivo.No puedes publicar en ningún muro porque se te ha bloqueado por haber usado mal esta función en repetidas ocasiones. Este bloqueo puede durar varias horas o varios días.”

Carlos afirma que su movimiento no incita a la violencia: “utilizamos las herramientas que nos permiten las leyes, estamos inconformes, (Calderón) nos ha dado muestras de que no hace bien su función, hacemos las cosas de manera pacífica”.

Castro es uno de los 4.5 millones de usuarios que tienen cuenta de Facebook en México. Su testimonio es optimista: los primeros días empezaron con mil asociados, seis días después llegaron a 6 mil, y cerraron el año con 28 mil.

El día de hoy entran de 13 a 14 mil personas que simpatizan con el movimento que pide la revocación de mandato del titular del Ejecutivo, Felipe Calderón.

Y aunque Facebook no detiene la cacería de administradores, Carlos Castro afirma que el movimiento es transparente y sin tintes partidistas, aunque dice, se han unido “panistas renegados”, priistas y perredistas.

Entretanto, las manifestaciones de hartazgo se multiplican en toda la República. En el foro del grupo se han creado espacios para que la gente en los estados tenga contacto entre sí.

Julián Contreras, uno de los miembros, escribe que no tiene miedo de morir por correr a los “inútiles” de su ciudad.

Mientras tanto, Facebook se politiza. “La revolución pacífica”, dicen sus panfletos. Y el hartazgo se multiplica. El contador crece cada minuto.

miércoles, 6 de enero de 2010

Doce mitos de la guerra contra el narco

Doce mitos de la guerra contra el narco
Joaquín Villalobos

Una nube de mitos flota alrededor de la guerra de mayor impacto político en la últimas décadas:desde aquellos que dictan que no se debió confrontar al crimen organizado, hasta aquellos que indican que la participación del ejército en las actividades antinarcóticos es negativa. En estas páginas Joaquín Villalobos desmonta los argumentos de una mitología que impacta en la opinión a partir de estadísticas pobres y comparaciones discutibles



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Desde la Revolución de 1910 México no había conocido una violencia con tanto impacto político como la que vive actualmente. A finales de la década de los ochenta Estados Unidos tuvo éxito en reducir el volumen de droga que se movía por la ruta Caribe desde Colombia a Miami. Esta ruta permitía a los cárteles colombianos exportar mariguana y cocaína directo a Estados Unidos, sin intermediarios. México pasó así a ser el territorio más importante para el tránsito de drogas hacia la Unión Americana y se produjo una expansión del narcotráfico, que rompió con el largo periodo de paz en que habían vivido los mexicanos.

Entender, debatir y estar dispuestos a pagar los costos que implica reducir el poder del crimen organizado y frenar su violencia, todo ello bajo condiciones democráticas, es algo nuevo para una sociedad acostumbrada a la poca deliberación y al orden impuesto desde arriba que vivió México durante varias décadas. Esta condición histórica ha creado dificultades para entender la información y los resultados de la guerra que está librando el Estado mexicano contra los narcotraficantes, y ello ha dado lugar al surgimiento de mitos sobre la guerra y la violencia. Algunos de estos mitos resultan del indispensable y justo debate político democrático. Sin embargo, aunque se trata de un problema complejo que requerirá tiempo para ponerlo bajo control, no hay razones para ser pesimistas.


1. “No se debió confrontar al crimen organizado”

Cuando la violencia comenzó a crecer por la guerra entre cárteles, el gobierno del presidente Fox dio inicio a la intervención de fuerzas federales en los primeros estados que tenían problemas (Tamaulipas, Guerrero, etcétera). Frente al agravamiento de la violencia en otros estados el gobierno del presidente Calderón decidió combatir frontalmente al narcotráfico y dio continuidad a la intervención federal. Surgieron entonces críticas sobre falta de inteligencia previa, se calificó de reactivas las operaciones e incluso se dijo que el gobierno actuaba por interés político y que las operaciones gubernamentales habían empeorado el problema. Algunos consideraban que lo mejor era tapar los efectos mediáticos de la violencia y dejar que todo continuara manejado por supuestos “acuerdos locales”. Sin embargo, esos “acuerdos” no eran entre iguales, sino entre criminales y funcionarios intimidados por la ley de “plata o plomo” que estaba dejando policías asesinados y presidentes municipales y gobernadores atemorizados. La idea de no combatir de frente al narcotráfico supone, ingenuamente, que éste no es contagioso ni expansivo, y que no alcanzaría al Distrito Federal. La realidad es que una de las primeras batallas ha sido recuperar el aeropuerto de ciudad de México que para los narcos es tan importante como Nuevo Laredo o Ciudad Juárez.

México está atrapado entre el mayor consumidor de drogas del mundo, al norte, y la región más violenta del mundo (Guatemala, Honduras y El Salvador), al sur, a consecuencia del tráfico de drogas. Por lo tanto, resulta muy difícil pensar que es posible aislarse, abstraerse del problema y suponer que no pasaría nada. El narcotráfico es un delito global que está extendiéndose en casi toda América Latina, afectando también a Europa del Este, al norte de África y algunas regiones de Asia. El crecimiento de las clases medias urbanas y el aumento del consumo de drogas están directamente relacionados, no hay una razón sólida para que las clases medias mexicanas puedan ser excluidas del incremento en el consumo, algo que ya está afectando seriamente a Brasil. No hacer nada podría haber llevado a México a una situación similar a la que enfrentó Colombia a finales de los ochenta. Son muchos los ciudadanos y funcionarios colombianos que aceptan, abiertamente, que la situación en su país “tocó fondo” porque esperaron demasiado tiempo para actuar.

El nivel de violencia actual en México deja bien claro que el monstruo era real, fuerte y peligroso. Ante un escenario así hay dos principios fundamentales para actuar: determinación y velocidad. Determinación para no retroceder frente a la reacción violenta de los cárteles y frente al temor que se abriría en la sociedad; y velocidad para contener y recuperar terreno. En realidad no hacía falta inteligencia previa, los cárteles actuaban en las calles con una impunidad cínica. El primer paso era quitarles ventajas, tranquilidad y oportunidades a sus “negocios”, se habían abierto tanto que la presencia de fuerzas federales en el terreno produciría resultados inmediatos, tal como ha ocurrido. En una primera fase lo masivo debía privar sobre lo cualitativo. Ahora se están abriendo retos más complejos como la reconstrucción policial y el componente social de la estrategia, pero sin ganarle terreno a los cárteles no puede pensarse ni en la reconstrucción de instituciones ni en planes integrales. Es necesario actuar para hacer transitar al narcotráfico de amenaza a la seguridad nacional a un problema policial.


2. “México está colombianizado y en peligro de ser un Estado fallido”

Estas afirmaciones se realizan sin usar datos comparativos serios. México sufre una violencia localizada en seis de sus 32 estados y tiene una tasa nacional de 10 homicidios por cada 100 mil habitantes. Venezuela tiene 48, Colombia 37, Brasil 25, Guatemala, Honduras y El Salvador están arriba de 50. El estado de Chihuahua, el más violento de México, está en este momento en su punto más álgido con una tasa de 143 homicidios, le siguen Sinaloa con 80, Durango con 49, Baja California 44 y Michoacán 25. A inicios de los noventa Medellín, la ciudad más violenta de Colombia, mantuvo una tasa de 320 durante varios años y, en ese mismo periodo, Cali tenía 124, Cúcuta 105 y Bogotá, la capital, 80. Colombia ha vivido dos guerras en 25 años, las cuales le han costado más de 200 mil muertos y dos millones de desplazados, y continúa en conflicto.

El volumen, extensión, raíces históricas, códigos culturales y complejidad de la violencia colombiana ha sido —y todavía es— muy superior a la que vive México. En Colombia los niveles de penetración que alcanzó el narcotráfico en la política, el ejército, la policía, los negocios y la sociedad fueron mayores a los que existen actualmente en México, donde no se puede hablar de una narcopolítica. Los cárteles y narcoguerrillas colombianas golpearon con actos terroristas a personajes e instituciones de los poderes políticos, económicos y mediáticos vitales del país. En 1989 Luis Carlos Galán, candidato a la presidencia, fue asesinado por el narcotráfico y tres candidatos más fueron asesinados en ese periodo. El propio presidente, Álvaro Uribe, ha sobrevivido a varios atentados y el vicepresidente, Francisco Santos, estuvo secuestrado por Pablo Escobar. Hechos como éstos no han ocurrido y es muy difícil que ocurran en México, donde no han existido territorios con ausencia de Estado durante 40 años como en Colombia; el Estado mexicano ha sido más bien omnipresente y fuerte y el colombiano ausente y débil.

En Río de Janeiro, Brasil, de enero a junio de 2009 murieron 65 policías en enfrentamientos con criminales y su tasa de homicidios es de 38 por cada 100 mil habitantes; recientemente los narcotraficantes derribaron en combate un helicóptero policial en barrios del norte de la ciudad y murieron 12 policías. En 2006 Sao Paulo sufrió ataques simultáneos a puestos policiales, oficinas de gobierno y puntos de interés económico por parte de las pandillas dedicadas al narcomenudeo. El Distrito Federal, en contraste, tiene una tasa de sólo cinco homicidios por cada 100 mil habitantes y jamás han ocurrido hechos tan graves como los de las ciudades de Colombia o Brasil. México tiene un problema de seguridad en la periferia de sus centros vitales y Brasil lo tiene, y muy grave, en sus dos principales ciudades: Río Janeiro y Sao Paulo. Sin embargo, Río será sede de los Juegos Olímpicos y no se dice que allí hay una guerra o que Brasil pueda ser un Estado fallido. Si la idea de territorios fuera de control del Estado se empleara mecánicamente para definir Estados fallidos, habría más de una decena de éstos en el continente americano y tendría, incluso, que revisarse cuál sería la condición de algunas zonas de ciudades estadunidenses que albergan a un millón de pandilleros.

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México tiene una resonancia mediática y una importancia geopolítica superior a la de Colombia, Venezuela o Brasil, por lo tanto, lo que ocurre en su territorio impacta mucho más sobre la percepción dentro y fuera del país. No es lo mismo Medellín o Río de Janeiro que Ciudad Juárez, la proximidad con Estados Unidos hace una enorme diferencia. Un ejemplo de esto fue la llamada “insurrección o guerrilla zapatista”; si comparamos militar, política y socialmente ese movimiento con las insurgencias armadas de Sur y Centroamérica, el “zapatismo” no podría ser considerado guerrilla y mucho menos insurrección. Sin embargo, logró un gran impacto mediático nacional e internacional con una sola acción armada en 1994.


3. “El intenso debate sobre la inseguridad es señal de agravamiento”

El debate y la complejidad en los procesos de toma de decisiones en las democracias avanzadas son señales de estabilidad, pero en las democracias emergentes son percibidos como debilidad e incertidumbre, porque todavía se añora el orden de forma consciente o inconsciente, que sin deliberación se lograba por vía autoritaria. El debate sobre las estrategias que se diseñan para enfrentar los problemas de seguridad son normales en un entorno democrático y ese debate es más intenso y libre cuanto menor es la amenaza a los poderes vitales del país. La oposición, los intelectuales y la prensa necesitan y deben actuar críticamente de oficio, esto es parte de la democracia.

El narcotráfico es un fenómeno que coopta o destruye las instituciones, que elimina las libertades democráticas y que somete a los ciudadanos a los poderes mafiosos. Donde el crimen organizado es fuerte no hay crítica ni libertad de expresión. Por lo tanto, cuando hay debate, cuando los ciudadanos y los líderes de opinión pueden criticar al gobierno, significa que el poder del Estado domina sobre cualquier poder mafioso. En México los poderes centrales no están afectados ni inhibidos por los cárteles, esto ocurre de forma parcial sólo en unos pocos estados.

En Colombia, cuando se estaban diseñando indicadores para medir el nivel de éxito de la estrategia de seguridad democrática en zonas que durante largo tiempo habían estado dominadas por diversidad de grupos armados, se concluyó que uno de los mejores indicadores de éxito de los planes de seguridad era aquel que medía las demandas y quejas de los ciudadanos, ya que esto comprobaba que se había derrotado al miedo y restablecido a los ciudadanos sus libertades democráticas. Es un error pensar que la existencia de un amplio y álgido debate sobre la seguridad y los métodos para enfrentar la violencia son, por sí mismos, una señal de gravedad y de deterioro, cuando en realidad lo grave sería el silencio.


4. “Los muertos y la violencia demuestran que se está perdiendo la guerra”

El narcotráfico es un enemigo bien armado, muy violento, sin barreras morales y con un gran poder corruptor. Creer que este problema se puede resolver sin confrontación y sin violencia es una gran ingenuidad. A este enemigo sólo es posible someterlo usando la fuerza del Estado y, cuando ello ocurre, se incrementa su resistencia y se agudizan sus propias guerras internas; con lo cual aumenta, inevitablemente, el número de personas que pierden la vida.

En toda guerra hay muertos y éstos son un indicador del estado de la guerra misma. Las guerras se ganan generando bajas al enemigo y se pierden cuando se tienen más bajas de lo que el entorno político social propio puede tolerar. Es comprensible que éste sea un tema difícil para ser explicado ante la opinión pública por los funcionarios del Estado, pero la realidad es que quien está teniendo más muertos, capturas y deterioro moral en sus filas es quien va perdiendo la guerra, y en el caso de México son los narcotraficantes.

La lucha contra el narcotráfico no puede leerse como una guerra “clásica” en la cual hay contendientes claramente definidos; los cárteles son un enemigo fragmentado, que genera una violencia anárquica; son múltiples grupos que combaten al mismo tiempo entre sí y contra el Estado. La mayor parte de las bajas de los delincuentes resultan del proceso de autodestrucción de los cárteles, que se profundiza cuando el Estado los confronta. En este tipo de guerra esto es un progreso, en Medellín los cárteles se autodestruyeron bajo el acoso del Estado, por razones que fueron desde disputas por territorios, control de rutas, hasta problemas personales. El proceso de autodestrucción atomiza a los cárteles y obliga a que su reclutamiento comience a descender hacia grupos de jóvenes marginales más inexpertos y ambiciosos, y con ello aumenta su violencia y se acelera su autodestrucción.

El problema es que, en la fase intermedia de la guerra, la presión política demanda una reducción de la violencia, y esto no ocurre hasta que se cumplen tres premisas: 1. Que el Estado tenga mayor dominio social y territorial que los cárteles en sus zonas de operación; 2. Que los delincuentes se hayan debilitado en su capacidad de reciclar sicarios; 3. Que esta debilidad los convierta en un problema marginal para el Estado. En el caso de México todavía falta tiempo para que se reduzca la violencia. Pero hay un proceso de autodestrucción que se está acelerando y esto es un indicador positivo. El general Naranjo, jefe de la Policía Nacional de Colombia dice que “cuando se sabe que el narcotráfico ha penetrado fuertemente en la sociedad, el principal problema no es la violencia, sino la no violencia” porque ello implica que los narcotraficantes controlan a la sociedad. La creencia de que por cada delincuente muerto surgen dos nuevos es ilógica, la codicia por el dinero no genera capacidad infinita para reciclar pistoleros, éstos también necesitan habilidades, experiencia y preparación que no se repone de un día para otro.


5. “Tres años es mucho tiempo, el plan ya fracasó”

Igual que con otras afirmaciones, la demanda por resultados rápidos se sustenta en factores emocionales y no en un análisis objetivo de la realidad. En el sentido más general podemos decir que el tiempo que se requiere para controlar el problema es directamente proporcional al tamaño y las raíces históricas del narcotráfico en México, y en ese orden es necesario tener como referentes a otros países que tienen problemas similares. El tamaño del problema del narcotráfico para México está determinado por su vecindad con Estados Unidos, el mayor consumidor de drogas del mundo, y por las consecuencias de esto en términos de demanda, flujos de dinero y armas. En cuanto a las raíces del fenómeno, el problema comenzó a gestarse, en algunos estados —particularmente en Sinaloa—, desde hace muchos años, pero la mayor expansión de los cárteles comenzó hace 15 años por el cierre de la ruta Caribe. En el caso de México los referentes para comparar tiempos podrían ser países como Colombia, Italia, Brasil y quizás algunos del norte de África.

Colombia sigue en guerra y a Medellín, su ciudad más violenta, le ha costado 16 años y 70 mil muertos comenzar a revertir una situación de deterioro que tuvo a la sociedad en vilo; Italia lleva muchas décadas de lucha contra las mafias sin que ésta haya llegado a su fin; Brasil, durante ocho años de gobierno de Lula, no pudo resolver, todavía, el problema de las pandillas, y en el norte de África el deterioro es ascendente y casi sin control. Teniendo en cuenta lo anterior podemos afirmar con propiedad que México, en tres años, ha obtenido progresos más rápidos con costos más bajos que todos estos países.

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Los resultados de las operaciones en México en los últimos tres años constituyen récords mundiales. Se han destruido 227 laboratorios, decomisado 389 millones de dólares, 30 mil 500 armas de guerra, 24 mil 900 armas cortas, 409 aeronaves, 310 embarcaciones, 22 mil 900 vehículos y cinco mil toneladas de drogas que incluyen 90 mil kilogramos de cocaína, 4.8 millones de kilogramos de mariguana, cuatro mil 500 de metanfetaminas, 27 mil de efedrina y 18 mil de pseudoefedrina. Se han extraditado 286 narcotraficantes, la gran mayoría de ellos a Estados Unidos, y capturadas 89 mil 500 personas que incluyen siete líderes, 47 financieros, 60 lugartenientes, dos mil 61 sicarios y 600 funcionarios involucrados. El dinero es casi el monto del Plan Mérida; para cargar la droga se necesitarían varios trenes o 250 furgones; las armas son más que las de los ejércitos de El Salvador y Honduras juntos; las aeronaves equivalen al 50% de la flota de American Airlines; las embarcaciones son el doble de la armada de México y los vehículos superan a las flotas de policía y ejército de todo Centroamérica. Los primeros logros de un plan son los golpes a las estructuras delictivas, no la reducción de la violencia, sin lo primero no se puede alcanzar lo segundo.


6. “Los ataques que realizan los narcos prueban que son poderosos”

En todas las guerras el azar y la casualidad juegan un papel, a veces en contra y a veces a favor. En toda guerra se ganan y se pierden batallas, pero a la larga, lo que determina el resultado es quién tiene la iniciativa estratégica y quién está golpeando la moral, las fuerzas y los medios materiales de su contrario. En el caso de México todos estos factores están a favor del Estado, aunque de forma esporádica los cárteles sorprendan con acciones y golpes que generan temor y tienen un gran impacto mediático y político. Los ataques de los cárteles son reactivos, sin una lógica racional estratégica y producto de venganzas irracionales. La regla básica en toda guerra es que el acoso y la presión sobre un enemigo conducen a éste a la desesperación, al error e incluso al terrorismo. Los cárteles actúan de forma defensiva y no ofensiva, la política de éstos es cooptar policías, no matarlos. Cuando combaten directamente contra el Estado facilitan el trabajo, porque ayudan a cohesionar moralmente a los miembros de las fuerzas del Estado.

En el tipo de conflicto que enfrenta el Estado mexicano los cárteles son fuertes cuando controlan sin combatir y pueden pasar desapercibidos para la mayoría de la población. Por el contrario, cuando reaccionan y se vuelven visibles, su posibilidad de controlar y operar libremente se debilita y los enfrentamientos internos aumentan; esto no es una muestra de fortaleza sino de debilidad, a pesar de que la violencia salga a flote y genere incertidumbre social. Por ejemplo, cuando los cárteles empezaron a usar submarinos para transportar droga se hizo una lectura errada. La percepción simple fue que los narcotraficantes demostraban su enorme capacidad y poderío construyendo submarinos. Sin embargo, lo que no se dijo fue que la capacidad de introducir drogas abiertamente vía puertos y aeropuertos se estaba cerrando, y por ello recurrían a mecanismos más complejos y difíciles de operar que transportaban menos droga. En este sentido “más sofisticado” no implica, necesariamente, una mejoría, no importa cuán impresionante resultase la fabricación de submarinos, que en este caso, por cierto, fue bastante precaria.


7. “Primero hay que acabar con la corrupción y la pobreza”

En muchos análisis atender y reducir la corrupción y la pobreza son actividades que se consideran como premisas para resolver la inseguridad que genera el narcotráfico, y con ello se invalida el papel que juega la coerción. Este mito parte de un planteamiento cierto: el problema de la seguridad requiere planes integrales que atiendan todas las aristas del asunto, desde la utilización de la fuerza del Estado, hasta la atención de los temas sociales que intervienen en la seguridad. Sin embargo, en una condición de extrema emergencia como la que viven algunos estados de México, si se pone de antemano resolver la pobreza y la corrupción como precondiciones para tener un entorno seguro tendríamos que aceptar que la situación no tiene remedio alguno, ya que estaríamos poniendo la meta de resolver la pobreza como camino para mejorar la seguridad que en este momento es el problema más importante para los ciudadanos. En seguridad la dosis de prevención y represión en un plan depende de la situación. Establecer por definición que lo uno debe privar sobre lo otro es un error que parte de visiones ideológicas de la seguridad en la cual se dice que las derechas priorizan reprimir y las izquierdas prevenir. Cualquiera puede ser el prioritario, pero eso debe determinarlo la realidad, no una posición política.

No hay una relación territorial o social entre pobreza y narcotráfico. El narcotráfico es un delito de la codicia que recluta pobres, pero que depende de las ventajas geográficas que proporcionan rutas y territorios con posibilidades para la producción y el tráfico. Busca controlar puntos estratégicos de ventaja para su “negocio”. Las redes de narcomenudeo para distribución sí se ubican más claramente en la geografía de la pobreza urbana, pero el narcotráfico no necesariamente. Por ello el problema más grave está en la frontera norte. Además, no hay una relación directa entre pobreza e inseguridad. Nicaragua es el segundo país más pobre del continente y el tercero más seguro, igual podemos comparar a la India con Estados Unidos o analizar cómo el enorme gasto social de Venezuela va de la mano con el agravamiento de la inseguridad para los más pobres en ese país.

Por otra parte, la naturaleza de la corrupción política, y la que genera el narcotráfico son totalmente distintas, la primera puede abrir la puerta a la segunda, pero la corrupción política no supone el riesgo de violencia y muerte, que sí está presente con la corrupción vinculada al narcotráfico. La regla de “plata o plomo” que siempre termina en “plomo o plomo” parte de los tres principios de acción del narcotráfico: violencia, crimen y muerte. Un político corrupto quiere enriquecerse, pero no morirse. Es evidente que la cultura de la corrupción resulta útil a los narcotraficantes, pero no puede pensarse que la corrupción política y la dinámica de cooptación, control, violencia y muerte que imponen los delincuentes son la misma cosa, puesto que responden a lógicas completamente distintas. Es ingenuo pretender que para mejorar la seguridad en el corto plazo se necesita primero una reconstrucción ética que acabe completamente con los códigos de corrupción que se gestaron en América Latina durante un largo periodo.

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El debate principal es ¿por dónde debemos comenzar en una emergencia? En ese sentido, no se puede entrar a una zona dominada por poderes mafiosos con planes de asistencia tipo “Madre Teresa” y tampoco es previsible incentivar la participación ciudadana en zonas donde el narcotráfico tiene atemorizada a la sociedad. En primera instancia se necesita la recuperación del control por parte de las fuerzas del Estado, es decir, romper el poder intimidatorio de los cárteles, es el centro de gravedad del problema y ello coloca a la coerción como la prioridad. En Medellín la guerra la ganó el Estado hace más de 10 años, y es hasta ahora que se observan los resultados exitosos de los planes integrales, con plena participación ciudadana y cambios culturales en los barrios donde un día gobernó Pablo Escobar.


8. “Detrás del narcotráfico hay poderosos políticos y empresarios”

Este mito está basado en las teorías conspirativas que no consideran el contexto ni la historia, sino información casi siempre fruto de la especulación. Este tipo de teorías alimenta telenovelas, películas y literatura para el entretenimiento, pero por repetición termina convirtiendo cualquier mentira en una verdad que se vuelve universal sin necesidad de comprobación. Hace algunos años una telenovela muy exitosa y muy bien realizada llamada Nada personal sugería que el capo principal en México era el presidente de la República. Muchos estadunidenses también adictos a estas teorías suponen que “todos los mexicanos son corruptos y sus autoridades son todos capos” y esto es lo que reproduce Hollywood. En contraparte, algunos mexicanos piensan “que el negocio de la droga se maneja desde Wall Street”. Estos argumentos son fáciles de creer y difundir aunque no tengan fundamento racional. El narcotráfico suele surgir de las actividades de contrabandistas de clase media baja con poca educación, que construyen sus organizaciones a partir de grupos familiares como forma de asegurarse lealtades (“la familia”), y reclutan socialmente hacia abajo. Sus organizaciones tienen la violencia y la muerte como forma de dirimir todo tipo de conflictos (personales, de mercado, familiares y territoriales), porque sus actividades no tienen marco legal y, por lo tanto, no pueden usar los tribunales y las leyes. Los castigos extremos y las muertes ejemplares son sus únicos instrumentos de “justicia”. Cuando se fortalecen financieramente se expanden socialmente y entonces comienzan a intimidar, someter o utilizar a funcionarios públicos y/o empresarios. Primero cooptan policías hasta que le quitan al Estado el poder coercitivo y luego van sobre el sistema judicial, la prensa, los poderes económicos y políticos.

En ese proceso terminan colocándose arriba de la pirámide social y siendo ellos el poder, pero teniendo la violencia y la muerte como medios de ejercerlo. Así ocurrió en Colombia, en Chicago en los años treinta, en Italia durante décadas, y así ha ocurrido en Michoacán, Sinaloa, Tamaulipas, etcétera. La naturaleza de un empresario o de un político es diferente e incompatible con la del mafioso. Que el segundo pueda someter a los primeros es factible, pero que los primeros puedan convertirse en los segundos no resulta sensato; aunque existan algunos casos aislados, esto no es la regla. Niveles de penetración como los que se han comprobado en Italia ocurrieron luego de muchas décadas de poder mafioso, pero en México el fenómeno delictivo es comparativamente joven.


9. “La única salida es negociar con los narcotraficantes”

Este mito está relacionado con la creencia de que la negociación fue el método empleado por anteriores gobiernos para mantener la paz, y entonces se concluye que la violencia estalló cuando el nuevo gobierno abandonó este método. Se argumenta que la violencia cesaría si se negocia con los delincuentes. Éste es un enfoque en extremo simplista para entender el pasado y para suponer una solución en el presente.

El narcotráfico no ha sido siempre un problema de seguridad nacional. Se transformó en una amenaza estratégica al fortalecerse financieramente a partir de la segunda mitad de los noventa. En el pasado los narcos eran un problema policial de segundo orden y para lidiar con ellos se requería una lógica operacional local y no una estrategia de Estado. Durante muchos años no fueron un tema central ni para México ni para nadie. Durante los setenta y ochenta la tolerancia al problema fue universal y hasta la CIA y Cuba lo instrumentaron y subvaloraron como amenaza. Lo que se conoce como “negociaciones” posiblemente sea parte de las leyendas que dejaron algunos jefes policiales o políticos locales cuando lidiaban, desde un Estado fuerte, con un problema menor.

Ahora estamos frente a una realidad distinta en la cual los cárteles buscan imponer su autoridad por encima del Estado con la ley de “plata o plomo”. El narcotráfico es ahora una amenaza estratégica. No se puede decir que algunos posibles arreglos que existieron en el pasado entre mandos policíacos y delincuentes sean equivalentes a una negociación del Estado con los narcotraficantes de hoy y, en segundo término, porque resulta imposible que la autoridad de cualquier país realice acuerdos con delincuentes que rigen su comportamiento por los principios de violencia, crimen y muerte.

Una negociación supondría que los cárteles son un enemigo coherente con control sobre sus estructuras y con reglas y límites, pero la realidad es que el narcotráfico es un enemigo fragmentado, sin control sobre su gente y sin reglas en el uso de la violencia. La idea de negociar con los cárteles es una fantasía. Colombia, por ejemplo, negoció con Pablo Escobar y otros cárteles, ofreciéndoles ventajas si se sometían a la justicia y el desenlace fue la ridiculización absoluta de la autoridad y las cárceles convertidas en centros de mando y operación de lujo con protección pagada por los ciudadanos para que Escobar siguiese sembrando violencia y muerte en el país.


10. “La estrategia debería dirigirse a la legalización de las drogas”

La legalización es un debate sobre cómo aminorar el problema, porque con las drogas no existe camino ideal. Se trata en realidad de escoger entre daños de salud pública o violencia. Su legalización no las vuelve socialmente deseables. Teniendo como punto de partida el principio del mal menor, la idea de legalizarlas es correcta y a futuro seguramente esto dejará de ser un mito. Lo que es un mito en la actualidad es pretender que esta estrategia pueda ser puesta en marcha con éxito por los países afectados por la violencia que genera la producción y el tráfico de drogas. La legalización de las drogas requiere un acuerdo simultáneo con los países consumidores. Sin la participación de Estados Unidos y Europa una estrategia de este tipo, aplicada en México o Colombia, por ejemplo, sería un suicidio para la seguridad de estos países. Esto es injusto, pero el problema no es de ética sino de realidad.

No se trata sólo de un conflicto político internacional entre la inseguridad de los países que producen y trafican versus la hipocresía de los países que consumen, sino que la distorsión generada sería altamente explosiva. La disposición de droga en México y Colombia es infinitamente superior a su demanda y la situación en Europa y Estados Unidos es inversa. Por lo tanto, legalizar la droga en los primeros sin que se haya hecho en los segundos supondría un fortalecimiento de estructuras criminales en Colombia y México, porque el negocio central seguiría siendo la exportación ilegal ante la enorme diferencia de precios. Legalizar equivaldría a dar plenas libertades a grupos criminales en países con grandes debilidades institucionales. Si en la condición actual existen pequeños Estados en Latinoamérica y África en riesgo de caer en manos de mafias, esto se agravaría y se multiplicaría con una legalización unilateral.

Aunque resulte duro decirlo, la realidad es que Estados Unidos y Europa continúan jugando la carta de la tolerancia al consumo porque los niveles de violencia de los delincuentes dedicados a distribuir drogas en sus calles no se ha convertido todavía en una amenaza estratégica. Pero esa violencia está creciendo, Estados Unidos ha encarcelado a más de dos millones de personas por delitos vinculados con las drogas y tiene un millón de pandilleros, gran parte de los cuales se dedican a la venta de drogas. Quizás cuando esa violencia se vuelva intolerable para Europa y Estados Unidos, la idea de la legalización de las drogas comience a discutirse en serio como estrategia multilateral. Por el momento hay que mantener estrategias de control de daños en nuestros países y denunciar el daño que nos provocan los países consumidores. El tema de la legalización está avanzando con la mariguana, pero aún es un tema difícil como acuerdo entre gobiernos.


11. “La participación del ejército es negativa y debe retirarse”

El mito sobre la negatividad de la participación del ejército parte de supuestos como: que la seguridad interna no es su tarea; que no está preparado para esas labores; que se pone en riesgo su imagen; que termina violando los derechos humanos; que es peligroso darles poder a los militares, y otras ideas similares. Todos estos y otros argumentos están fundamentados en riesgos potenciales, dudas y desconfianzas que en algunos casos son ideas predominantemente subjetivas. Ninguno toma en cuenta los problemas objetivos que han obligado a usar al ejército: la dimensión de la amenaza que implican los cárteles; el poder de fuego, número de sicarios y nivel de organización de las estructuras delictivas; la crisis moral y los problemas de cooptación de las policías estatales y municipales en las zonas conflictivas; la limitada cantidad de personal de que dispone la Policía Federal; el carácter transnacional del problema del narcotráfico y, finalmente, el arraigo, la fuerza social y el dominio territorial que tiene el crimen organizado en algunos lugares de México. No es lo mismo enfrentar este problema con 30 mil hombres que con más de 200 mil.

El narcotráfico plantea un reto que supera el orden policial, constituye una amenaza a la soberanía del Estado que tiene además características transnacionales. Si el ejército se retira los narcotraficantes recuperarían terreno muy rápidamente, la amenaza cobraría dimensiones superiores, la violencia se dispararía y podría alcanzar a la ciudad de México. Paradójicamente, como ya se mencionó arriba, otro tipo de críticas hablan del riesgo de llegar a un “Estado fallido”, pero el mito sobre la retirada del ejército se ubica en el otro extremo, porque supone que el problema no es tan grave y bien podrían resolverlo las policías municipales y estatales. Es difícil imaginar que México pueda, en las décadas venideras, enfrentar otra guerra peor que los narcotraficantes. La solución estratégica es la reconstrucción, reforma y fortalecimiento de las policías, pero mientras eso avanza es indispensable usar al ejército.

En toda Latinoamérica los ejércitos pueden ser indispensables para responder al tipo de amenaza que plantea el crimen organizado, y los derechos humanos en la actualidad por encima de requerimientos éticos, se han vuelto parte fundamental de la eficacia operacional tanto para policías como para militares. Las guerras modernas están sometidas, inevitablemente, a una severa fiscalización mediática, política y judicial. El Estado sólo puede preservar la legitimidad en el uso de la fuerza si es capaz de usar el poder coercitivo en esas condiciones. Es decir que esto es ahora una condición universal permanente para emplear la fuerza y no debe ser un obstáculo para no emplearla. Para recuperar seguridad Colombia multiplicó la fuerza de su ejército. Por contraste, Guatemala está cayendo en manos del crimen organizado porque no puede reconstruir al suyo.


12. “Lo más efectivo y rápido para combatir al crimen es la justicia por cuenta propia”

Entre los cárteles no hay reglas y sus diferencias son resueltas mediante la “muerte ejemplar”. El Estado, por su parte, busca procurar justicia, no asesinar, y debe conservar la ventaja moral y social frente a los delincuentes. El inicio de una violencia paramilitar, basada en el mismo principio de la “muerte ejemplar”, convierte al Estado en otro actor violento y sin reglas que terminaría siendo identificado como tal por el crimen organizado, con lo cual se aceleraría, se agravaría y se multiplicaría la violencia. La idea de que asesinar delincuentes representa una vía más rápida para recuperar seguridad es falsa. El crimen organizado constituye un cuerpo social numeroso; no son individuos, sino grupos con cierto apoyo. Una confrontación letal puede terminar dividiendo más a las comunidades, con lo cual la duración del problema se alargaría en vez de acortarse.

Por otro lado, una confrontación de este tipo puede redireccionar gran parte de la acción violenta de los narcotraficantes hacia instituciones, funcionarios públicos y sus familias, con lo cual la violencia del crimen organizado dejaría de ser fundamentalmente autodestructiva. La tarea del Estado es restablecer la autoridad y asegurarse el monopolio de la violencia. La organización de grupos paramilitares constituye una delegación de autoridad a grupos privados que debilita la autoridad del Estado. La experiencia internacional demuestra que el paramilitarismo es un grave error. Los casos de Colombia y Guatemala son muy claros, en el primero se agravó el conflicto y en el segundo el Estado ha sido casi derrotado.

Joaquín Villalobos. Ex miembro del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional. Consultor para la resolución de conflictos internacionales.

Jehuite: Vegetación de México

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